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La historia de una obsesión: un anillo de compromiso y un viaje

En la formulación de cargos hecha el viernes pasado a Pablo Parra, el fiscal Martín Pezzetta detalló el accionar obsesivo del petrolero, que según la fiscalía, culminó con la vida de la joven de 19 años.
Lunes, 26 de diciembre de 2022 a las 14:12

La semana pasada, es solo 24 horas, los investigadores del caso del femicidio de Agustina Fernández, en un complejo de departamentos en localidad de Cipolletti, Río Negro, dieron un giro rotundo. En la madrugada del jueves el fiscal Martín Pezzetta encabezó el operativo de detención del petrolero Pablo Parra, el vecino y dueño del departamento donde mataron a la joven estudiante de medicina, el pasado 2 de julio.

Al día siguiente se llevo a cabo la formulación de cargos contra Parra: el delito acusado es femicidio y alevosía siendo Pablo Parra el autor por el cual el fiscal Martín Pezzeta le pidió a la jueza Agustina Bagniole una prisión preventiva de 6 meses.

La audiencia, que fue transmitida en vivo por Youtube, tuvo al pendiente no solo a los familiares de la joven, sino también a gran parte del Alto Valle, y de La Pampa -dónde nació la víctima-. Unas tres horas de duración tuvo la formulación de cargos, con un cuarto intermedio, a la hora de haber comenzado. Allí el que primero tomó la palabra y se explayó minuciosamente, -luego de seis meses de investigación-, fue el fiscal Pezzetta. 

 

Crónica de una obsesión: un femicidio planeado

El fiscal comenzó a relatar que tras una ardua investigación llegaron a la conclusión que la estudiante de Medicina de la Universidad Nacional de Comahue, el día del asesinato había tenido relaciones sexuales con un joven de nombre Natanael Carrasco -mozo de un bar al que ella concurría-.  Ese encuentro, según el fiscal, fue el desencadenante para que Parra, en su obsesión por la joven la matara brutalmente. 

Cabe remarcar que Agustina y Pablo, ambos vivían en el mismo complejo de departamentos ubicado en el barrio Sillón Encantado de Cipolletti. Ella en el primer piso, mientras que él era propietario en planta baja. "Solían juntarse de vez en cuando tenían intimidad, sin embargo Parra, quería ir por más", afirmó Pezzetta. En relación a este último aspecto, una de las amigas de Agustina declaró que la joven le había dicho por mensaje que "al flaco le pinto el amor", haciendo referencia al imputado.

La joven le había dejado claro en varias oportunidades que ella no quería "nada serio, ni con él, ni con nadie", comentó el fiscal, quién también agregó que "el se aprovechaba de las ´´debilidades´´ de ella, al ser estudiante, que vino de otra provincia, con los recursos limitados. Él trabaja en una empresa de servicios petroleros, con buen poder adquisitivo, y la invitaba a todos lados, le pagaba las cenas, entre otras cosas", claramente. Las amigas y compañeras de la facultad, las amistades que conservaba de su vida en Santa Rosa, testimoniaron que esta “obsesión” se estaba convirtiendo en “acoso”. 

Además, las mismas amigasafirmaron que “Agustina no quería que Parra fuera a su departamento. Ella iba al de él porque entendía que podía retirarse en cuanto quisiera; si en cambio entraba al de ella, no se lo iba a poder sacar más de encima”.

Se supo además que Parra le compró un anillo de compromiso a Agustina, y además había reservado hospedaje para dos personas en San Martin de Los Andes el fin de semana largo del 7 al 9 de julio. Pero la joven le dijo que no, ya que había comprado los pasajes para viajar a su ciudad, Santa Rosa y pasar unos días con sus padres.

El 1ro de julio, previo al femicidio, Agustina había dormido en la casa del petrolero. Luego, el sábado, como remarcamos anteriormente, había tenido sexo con otro joven; según lo afirmado por Pezzetta, Parra "estaba allí y escuchó todo. Enloqueció y le mandó un mensaje de WhatsApp. Como no le contestaba, la espero afuera, en la vereda. Media hora después salió y la interceptó y la convenció de que vaya a su casa a cenar". En ese lapso planeó y ejecutó el brutal crimen. Por obsesión. La coartada también la tenía en su cabeza: "Que parezca todo un robo". 

 

El femicidio planeado en dos horas

Según el fiscal Pezzeta, Parra dejó el auto a 600 metros y volvió caminando al edificio. Entró por la obra en construcción contigua, saltó una reja y tiró el alambre concertina que había en un tapial para entrar al patio interno de su departamento y al living a través de la ventana balcón. Agustina estaba de espaldas mirando TV. Quiso escapar, le rompió los dedos de un portazo, la tiró de los pelos contra el futón y la volvió a golpear en la cabeza contra el sillón. La tiró al piso y con un objeto contundente la golpeó dos veces en la cara. Luego fue a la habitación, manchó con sangre el enchufe donde estaban los teléfonos y también dejó marcas en una remera. Las únicas pisadas que se encontraron fueron de Parra, junto al cuerpo de Agustina, en una mesita para trepar al paredón y en la parrilla, donde pisó para escapar por el mismo lugar.

Después fue hasta una heladería y una despensa en su automóvil, donde compró helado y cervezas que pagó con su tarjeta de débito para fortalecer una coartada, y volvió al departamento. Cuando ingresó, fingió sorpresa y terror al hallar a Agustina yaciendo en el piso, corrió hasta la vivienda de su vecino para avisarle que habían atacado a la joven, y juntos dieron aviso a la policía, denunciando además un supuesto robo.

Parra recontruyó lo previo al crimen: Parra habría abandonado el departamento a las 19:15, pero no se dirigió a casa de sus padres, porque no existe ninmgún registro de ese supuesto viaje en las cámaras de seguridad. El auto de Parra volvió a ser tomado por las cámaras en dirección al complejo poco antes de las 20 y tres cuadras antes de llegar apagó las luces. En un lapso de 33 minutos sin registros del vehículo se habría producido el crimen. Según el fiscal, Agustina envió un mensaje desde su celular, confirmando que estaba con vida.

La abogados de la querella presentaron informes y registros visuales que determinaron la hora de la muerte, ocurrida entre las 19:32 y las 19:38, y "advirtieron que en ese lapso Parra estuvo en el lugar del hecho, según pericias en los teléfonos y pruebas científicas reunidas en la investigación. También consideraron clave los testimonios de vecinos del complejo habitacional que «escucharon un golpe como de un cuerpo que cae al suelo y gritos de una mujer diciendo ‘pará, pará". 

 

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