Doloroso: ¿Compro zapatillas o pago el alquiler?

No hay inflación. No, lo que hay es una “marcada enemistad” entre los precios y los bolsillos, o los ingresos para ser más economicistas. En algunos casos, las necesidades básicas apuntan con sus dardos a los salarios, juntos o separados. Y en ese juntos o separados, el divorcio entre lo que se puede, lo que se necesita y lo que se debe, es evidente. Se debe más de lo que se puede.

Un par de zapatillas puede orillar los 35, 40 y hasta los 50 mil pesos, tratándose de calzado de mediana o de alta gama. El alquiler promedio en Neuquén, para una persona o una pareja sin niños, puede también estar cercano a esa cifra. Puede haber una diferencia de necesidad, aunque en ambos casos nos quedemos de a pie. Pero es cierto, el alquiler se debe pagar sí o sí y el calzado puede esperar, o se puede conseguir algo de menor precio y calidad.

No obstante, la caída en esos rubros –con sinceridad- termina afectando la salud, la autoestima y la comodidad. ¿Y en el caso de los alquileres? Se pueden conseguir más económicos pero….¡vaya!...¡También pueden afectar esas sensaciones!.

Dejemos por ahora el dilema de renovar el calzado (para vos o tus hijos o hijas) y vayamos a otros rubros o necesidades cotidianas, más allá de la alimentación. ¿Una campera, ahora que llega el frío?. Se las puede encontrar de diferentes precios y calidades, pero podemos asegurar que rondan entre los 25 y los 57 mil pesos. Otro alquiler.

Pero como en el caso del calzado, también podemos estirar la vida útil del abrigo de los últimos años o bajar en precio y calidad, a no preocuparse. Porque si por pagar el alquiler bajamos en calzado y en abrigo, seguramente podremos hacer frente a otros productos con lo que nos queda en el bolsillo luego de abonar la renta.

Pensando también en el invierno que se nos acerca, deberíamos renovar la calefacción y pensar en comprar un calefactor. Bueno, una recorrida por comercios del Alto Valle te muestra una oferta que ronda entre los 27 y los 48 mil pesos, en un promedio que incluye la capacidad y otras características. ¡Otro alquiler!.

Bueno, para muestra ya bastan estos botones que hemos presentado aquí, no pensemos en la heladera que se rompió, la cocina que tiene mal el cierre del horno, algún mueble, un televisor, un viaje o el carrito con la compra mensual que cada vez tiene menos y nos cuesta más.

La distorsión entre valores es para una antología o para coleccionar. Un viejo proverbio dice que “el necio confunde valor y precio”.

Y la necedad más grande es disimular esta brújula desorientada entre las necesidades y el poder adquisitivo.

Si nos atenemos a los ejemplos dados hasta aquí, el invierno traerá más que frío y la sensación térmica más que bronca. Sin zapatillas, sin camperas y sin calefactores, quien pueda ahorrar en  paciencia hará magia.