Le decía sobrina, era su papá, y ahora le tiene que pagar

Una joven mujer de El Bolsón, Río Negro, durante toda su vida llamó "tío" quien en realidad, sin saberlo, era su padre biológico. Todo su seno familiar y el entorno vecinal conocían la verdad, menos ella. Ahora, luego de enterarse y tras una demanda, 30 años después, el hombre tuvo que reconocer la paternidad. Un fallo ordenó que por el daño moral y psicológico, su papá deba indemnizarla económicamente. 

Tal como consignó el medio local Noticias Del Bolsón, la demanda de filiación fue presentada en el juzgado Multifueros. El rechazo a esa niña -entonces-, y mujer ahora, no solo fue con la paternidad, sino que también la desplazaron de su hogar de toda la vida y su padre donó el campo a sus hermanas, sin tenerla en cuenta a ella. 

Lo peor, tal como informaron judicialmente, el hombre afirmó "ser él víctima de dicha situación, ya que manifestó tener problemas en su vida familiar y laboral, y culpó a la hija por haber tardado tres décadas en iniciar la demanda de paternidad". 

El juez, fue contundente: “Observo así, violencia de género también en la conducta del demandado, en cuanto a la negación de un derecho humano como es la identidad y todas las consecuencias que ello apareja", y sentenció: "las mujeres de las zonas rurales corren el riesgo de ser víctimas de violencia a causa de la persistencia de actitudes tradicionales relativas a la subordinación, tal como lo menciona la CEDAW".

Cabe destacar, que en un primer momento, la mujer inició un juicio de filiación, ante la negativa del padre de reconocerla como hija legítima. Un fallo ordenó la filiación. Posteriormente, inició la demanda por los daños y padecimientos morales y psicológicos sufridos a lo largo de su vida. Destacó que siempre fue colocada en una situación de desigualdad con el resto de sus hermanas. Nunca estuvo presente en su niñez ni contribuyó con su crianza.

Una pericia psicológica dio cuenta del daño sufrido: "Presenta características de estado de angustia y depresión por la falta del reconocimiento y abandono de su padre. Se crio con una abuela hasta los quince años. A ello se suma que en el pueblo las personas le hacían notar el parecido físico con su padre biológico, además de observar que sus hermanas tenían otra calidad de vida. Fue además obligada a guardar silencio”.