A veces, los caminos de la reconstrucción empiezan por lo pequeño. En el taller del Establecimiento de Ejecución Penal 1 de Viedma, un grupo de internos dedicó horas a cortar, lijar, pintar y armar juegos lúdicos destinados a las niñas y los niños de la Escuela Primaria 3 “Damián Amaya Ortiz”, del Fuerte de San Javier. Lo que nació como una práctica de oficio, se convirtió en un puente entre mundos: el encierro y la infancia, la sanción y la esperanza.
La entrega se concretó este jueves con la participación del subsecretario de Prevención del Delito y Participación Comunitaria, Yeison Guzmán, junto al equipo de la Delegación Atlántica del Ministerio de Seguridad y Justicia y la jefa comunal Gladys Almuna. Los juegos fueron recibidos con alegría por la comunidad educativa, que los incorporará a los espacios de recreación escolar.
Cada pieza fue elaborada por personas privadas de libertad que participan de programas de capacitación en oficios y talleres productivos. Para muchos de ellos, este trabajo representa la posibilidad de sentirse útiles, de hacer algo bueno con sus manos y de devolver, de algún modo, parte de lo que la sociedad espera: compromiso, empatía, esfuerzo.
Detrás de cada mueble, hay aprendizaje, pero también algo más profundo: la oportunidad de transformar la pena en acción. Desde la Subsecretaría destacaron que estas iniciativas buscan generar impacto positivo dentro y fuera de los establecimientos penitenciarios, combinando la formación laboral con el desarrollo personal. “Promovemos la inclusión, el trabajo y la solidaridad como herramientas de reinserción y convivencia”, señaló Guzmán durante la entrega.
En tiempos donde la violencia y el desencanto parecen ocuparlo todo, el gesto de un grupo de presos fabricando juguetes puede pasar desapercibido. Pero ahí, en lo sencillo, late algo importante: la posibilidad de construir otro destino, empezando por un niño que juega.