El caso del brutal asesinato de Adriana Miriam Velázquez (52) y su hija Mariana Belén Bustos (25), halladas calcinadas dentro de su casa en el barrio Thompson de Bahía Blanca, tras un incendio intencional, dio un giro clave en las últimas horas. Un familiar de las víctimas fue detenido y se convirtió en el principal sospechoso del doble crimen.
Se trata de Maximiliano Velázquez, primo de Adriana y tío de Mariana, quien fue aprehendido en la noche del jueves en una vivienda de la zona rural del paraje Calderón, sobre la Ruta 3. En el lugar, los investigadores hallaron una motocicleta roja que coincide con la descripción aportada por vecinos que lo vieron huir del domicilio minutos antes de que las llamas consumieran la vivienda.
El testimonio de varios vecinos del barrio fue determinante. Relataron haber escuchado dos detonaciones cerca de las 22:30 del martes y luego vieron salir del lugar a un hombre en moto. A los pocos minutos, el incendio ya estaba desatado. Pericias posteriores confirmaron que el fuego fue provocado con nafta, lo que refuerza la hipótesis de un intento de borrar evidencias tras el crimen.
La motocicleta hallada en poder de Velázquez había sido modificada: le habían retirado los calcos identificatorios, lo que despertó más sospechas.
Lejos de sorprenderse por la detención, los familiares de las víctimas apuntaron desde un primer momento contra Maximiliano Velázquez. En declaraciones a radio LU2, Julieta Benítez, esposa de uno de los hijos de Adriana, no dudó: “El que sale de esa casa es él, esa es la realidad. Salió él y 10 minutos después ven el incendio”.
Pero el testimonio más inquietante tiene que ver con la posible motivación detrás del crimen. Según Benítez, existía una sospecha en la familia sobre un posible interés sexual del detenido hacia su sobrina Mariana. “Tenemos entendido que mi cuñada decía que andaba alzado con ella, pero como eran parientes, a veces no se le daba importancia”, sostuvo.
Una coartada bajo la lupa
Velázquez habría dicho a su esposa que fue a la casa de su prima a buscar una caja de sorrentinos que su sobrina preparaba para ayudar a costear el viaje de egresados de su hijo. Pero esa versión también empezó a desmoronarse. Según Julieta Benítez, los encargos para la venta de viandas estaban registrados y en ningún momento se mencionó el nombre de Velázquez ni de su esposa entre los compradores.
“Yo revisé el chat con mi suegra, porque me escribía, y nunca me dio el nombre de él o de la señora, entre las seis docenas de sorrentinos que tenía encargadas”, aclaró. Además, la entrega estaba pactada para el miércoles, y el crimen se produjo el martes por la noche.
El sospechoso permanece detenido mientras se analizan pruebas clave: peritajes a la moto, relevamiento de cámaras de seguridad y análisis de ADN. La justicia busca determinar si actuó solo o con ayuda, y si la presunta obsesión con su sobrina pudo haber sido el detonante de una tragedia que sacudió a toda la ciudad.