OpenAI, la empresa detrás del popular ChatGPT, confirmó su intención de desembarcar en Argentina con un megacentro de datos en la Patagonia, un proyecto pionero en América Latina llamado Stargate Argentina. Contempla una inversión total estimada en u$s 25.000 millones, con una primera fase de entre u$s 7.000 y u$s 10.000 millones. Según el comunicado, el proyecto se sustentará en energía limpia y renovable, y posicionará al país como referente regional y global en infraestructura de IA.
El anuncio despertó el interés de legisladores de Río Negro, que ya piden al Ejecutivo nacional que considere a la provincia como posible sede del megacentro. Hace días trascendió que Neuquén sería la elegida, pero desde el bloque PRO, encabezado por Juan Martín, impulsan un proyecto de comunicación para que se evalúe a Río Negro, destacando sus ventajas técnicas, energéticas y logísticas.
En su pedido, los legisladores solicitan la creación de una mesa técnica federal que incluya a Río Negro y garantice “transparencia y equidad en el proceso de selección”. También reclaman inversiones en infraestructura digital y energética que acompañen el proyecto y generen un impacto positivo en el desarrollo regional.
“Argentina tiene un gran potencial para albergar el primer proyecto Stargate en América Latina. Impulsada por energía limpia, esta iniciativa de infraestructura posicionaría al país como líder regional y global en inteligencia artificial, impulsando el crecimiento económico y expandiendo oportunidades en todo el país”, sostuvo OpenAI en su declaración oficial.
Para OpenAI, Argentina representa “una región llena de talento, creatividad y ambición”, destacó Sam Altman, CEO de la compañía. Con el proyecto, se busca no solo consolidar a la Patagonia como polo tecnológico y energético, sino también poner la inteligencia artificial “en manos de la gente de Argentina”.
Desde Sur Energy, Emiliano Kargieman calificó la iniciativa como “una oportunidad histórica” que combina el potencial energético del país con la infraestructura digital global. El plan se enmarca dentro del Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) y podría generar empleos calificados y atraer inversión extranjera, siempre que se superen desafíos logísticos, regulatorios y macroeconómicos.
Mientras el entusiasmo crece, los especialistas advierten que una carta de intención no equivale a un contrato y que la gobernanza del proyecto, quiénes participarán, bajo qué condiciones y con qué retornos locales, será determinante para medir su verdadero impacto en la región.