El agua no dejó de caer durante horas sobre Rincón de los Sauces. Primero fueron truenos lejanos, luego ráfagas de viento y, de repente, una cortina intensa de lluvia cubrió todo. Las calles se transformaron en ríos, el barro comenzó a correr cuesta abajo y, cuando el arroyo Carranza desbordó, la ciudad entró en alerta.
Eran cerca de las 22 del domingo cuando Lorena Carrizo escuchó gritos en la calle. Salió a la ventana y vio lo impensado: un auto era arrastrado por la corriente que bajaba con una fuerza descomunal. Dentro, una familia pedía ayuda mientras el agua subía cada vez más rápido.
“Fue desesperante ver cómo se los llevaba el agua. No sabía qué hacer, solo gritaba para que salieran, pero no podían abrir las puertas. En ese momento, no pensás nada, solo que hay gente que se puede morir frente a vos”, contó Lorena en diálogo con el programa Entretiempo por AM550.
Con la ayuda de su marido y otros vecinos, corrieron hacia el arroyo. La corriente les llegaba a la cintura y el agua bajaba con barro, ramas y basura. Cada paso era una lucha. “El agua te empujaba. Sentías que te podía llevar también, pero la adrenalina era más fuerte que el miedo”, relató.
No sabía qué hacer, solo gritaba para que salieran, pero no podían abrir las puertas. En ese momento, no pensás nada, solo que hay gente que se puede morir frente a vos”, contó Lorena.
Cuando llegaron al auto, el motor ya estaba apagado y el agua cubría las ruedas. Adentro, una mujer con sus dos hijos y un hombre intentaban mantener la calma. “Golpeamos el vidrio y logramos abrir una puerta. Uno de los nenes estaba llorando. Lo saqué en brazos, temblaba del frío y del susto”, recordó con la voz entrecortada.
Otros vecinos formaron una cadena humana para sostenerse. “Nos agarrábamos fuerte de las manos porque si te soltás, te lleva. Había una sola linterna y con eso alumbrábamos lo poco que se veía. Fue todo muy rápido, pero también eterno”, dijo Lorena.
En medio del caos, también se escuchaban sirenas. Personal de Bomberos Voluntarios y Defensa Civil llegaba al lugar para asistir a los automovilistas y cortar el tránsito. “Cuando los vimos venir sentimos alivio. Ya habíamos logrado sacar a la familia, pero había otros autos más abajo. Fue una locura lo que pasó”, añadió.
“Después que todo se calmó, me senté y me largué a llorar. Ahí te cae la ficha de lo que hiciste. En el momento no pensás en el peligro, solo en ayudar”, confesó.
El temporal dejó un saldo de calles anegadas, viviendas inundadas y varios vehículos dañados. Según informaron desde Defensa Civil, las precipitaciones superaron los 40 milímetros en pocas horas, provocando el desborde del arroyo Carranza y el colapso de los desagües pluviales en distintos sectores de la ciudad.
Lorena, como muchos vecinos, pasó gran parte de la madrugada ayudando a quienes quedaron varados o con agua dentro de sus casas. “Después que todo se calmó, me senté y me largué a llorar. Ahí te cae la ficha de lo que hiciste. En el momento no pensás en el peligro, solo en ayudar”, confesó.
“Esa noche entendí que cualquiera puede ser el que necesita ayuda. Y que, a veces, salir sin pensarlo es lo que salva una vida", explicó la vecina solidaria.
Para ella, lo más impactante fue ver cómo la comunidad se unió ante la emergencia. “En Rincón siempre pasa eso: cuando hay un problema, todos salimos. Nadie se queda mirando. Hay mucha solidaridad, y eso te da esperanza”, destacó.
Durante la jornada del lunes, el municipio trabajó junto a Bomberos, Policía y personal de Vialidad para limpiar las calles, asistir a las familias afectadas y monitorear el caudal del arroyo, que comenzó a descender con el correr de las horas.
Lorena, todavía conmovida por lo vivido, cerró su testimonio con una reflexión sencilla, pero potente: “Esa noche entendí que cualquiera puede ser el que necesita ayuda. Y que, a veces, salir sin pensarlo es lo que salva una vida.”