La suerte de Lorena Villaverde, senadora electa por La Libertad Avanza, se definirá este viernes en una votación que promete ser de infarto. Mientras el peronismo insiste en bloquear su jura con acusaciones por vínculos con el narcotráfico, el oficialismo se aferra a la defensa férrea de Patricia Bullrich, quien salió a respaldarla con un mensaje contundente: “Hay mucho ruido y pocas nueces”.
La pulseada no solo pone en juego la banca de Villaverde, sino también la capacidad del gobierno de Javier Milei de sostener su poder parlamentario en un Senado dividido al milímetro.
El caso Villaverde se convirtió en el epicentro de una tormenta política que sacude al Congreso. La legisladora rionegrina, elegida por la minoría en octubre, enfrenta una impugnación promovida por el peronismo y avalada en la Comisión de Asuntos Constitucionales. Allí, la oposición logró un dictamen de mayoría para rechazar su pliego, apoyándose en viejas causas judiciales en Estados Unidos y supuestos vínculos con el empresario Federico “Fred” Machado, extraditado por narcotráfico.
Sin embargo, el oficialismo confía en que el viernes la historia será distinta: en el recinto, la votación será por mayoría simple y las negociaciones están al rojo vivo.
El proceso es claro pero no menos explosivo: los senadores electos forman parte del quórum y pueden votar la validez de los títulos de sus pares. La única que no podrá hacerlo es Villaverde, directamente involucrada en la disputa.
El peronismo asegura tener 26 votos firmes, mientras que La Libertad Avanza suma 19 y ya cuenta con cinco del PRO. La clave está en los radicales y los provinciales, que podrían inclinar la balanza con abstenciones o apoyos. Cada voto vale oro, y los pasillos del Congreso hierven de rumores, promesas y presiones.
Bullrich banca a Villaverde
En este escenario cargado de tensión, Patricia Bullrich irrumpió con declaraciones que sacudieron el tablero. La actual ministra de Seguridad, y que el viernes asumirá como senadora, no dudó en respaldar a Villaverde, desestimando las acusaciones y calificándolas como una “impugnación política”.
“Las personas, para ser expulsadas de un cuerpo, tienen que tener una condena, y no es el caso de Villaverde”, disparó Bullrich, marcando la línea oficialista. Con su estilo frontal, insistió en que la Constitución es clara y que la voluntad popular debe prevalecer por encima de maniobras partidarias.
Pero Bullrich fue más allá: contraatacó señalando a los senadores peronistas Jorge Capitanich y Martín Soria, también cuestionados por causas judiciales. El mensaje fue directo: si se busca bloquear a Villaverde por sospechas, entonces nadie está libre de escrutinio. Así, la disputa se transformó en una guerra de impugnaciones cruzadas, donde cada bloque intenta instalar su narrativa y desgastar al adversario.
La defensa de Villaverde también se juega en el terreno simbólico. Ella misma salió en redes sociales a exhibir certificados de antecedentes limpios y resoluciones judiciales que archivaron las causas en su contra.
“Fui elegida por el pueblo y la Justicia ya habló”, escribió, apelando a la legitimidad democrática y acusando a sus detractores de querer proscribirla. Su discurso conecta con la narrativa libertaria del “cambio” y refuerza la idea de que el oficialismo está bajo ataque.