¿Quiere recibir notificaciones de alertas?

Lunes 08 de Diciembre, Neuquén, Argentina
Logo Am2022
PUBLICIDAD

El amor en Argentina y el modelo “cada uno por su lado”: autonomía, derechos desparejos y Neuquén en el podio

El nuevo mapa vincular muestra que la convivencia crece, los casamientos caen y la protección legal no acompaña ese cambio. Neuquén, entre las provincias con tasas más altas de matrimonios, queda en el centro del debate.

Por Redacción

Lunes, 08 de diciembre de 2025 a las 15:07
PUBLICIDAD

Argentina cambia el amor… pero no el papeleo

La vida afectiva avanza a velocidad de aplicación de citas, pero la legislación sigue en modo analógico. Las parejas conviven, se reorganizan, se replantean y se sueltan la mano sin necesidad de timbreo ni familiares vestidos para la ocasión. Sin embargo, ese giro hacia la autonomía deja un tendal de derechos desiguales y situaciones que muchos recién descubren cuando ya es tarde.

Según los últimos datos demográficos, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires encabeza el índice de casamientos del país (4,4%), seguida por Misiones (3,7%) y luego Neuquén (3,4%). El resto del mapa muestra una tendencia firme: casarse dejó de ser un paso obligado.

En este contexto, un informe publicado por TN Noticias reveló que las convivencias no paran de crecer, mientras los matrimonios se reducen a menos de la mitad de los que se celebraban en 1980. Detrás del fenómeno conviven —sin ironías— mayor autonomía, nuevas formas de vincularse y una lista de riesgos legales que casi nadie contempla.

El matrimonio ofrece derechos; la convivencia ofrece… buena voluntad

La abogada Andrea Viviana Moyano advierte que el matrimonio sigue otorgando más protección, tanto frente a separaciones como ante la muerte de uno de los cónyuges. También remarca algo que sorprende a quienes creen que “convivir es lo mismo que casarse”: la convivencia simple no genera derechos por sí misma. Para acceder a beneficios es necesario registrar formalmente la unión o seguir trámites más largos.

Las diferencias impactan en bienes, herencia, vivienda, asistencia y hasta en el futuro de los hijos. El mito de que “todo se compensa con convivir muchos años” no encuentra respaldo legal.

El país convive, pero desconfía del papel

Las tendencias marcan que:

  • Las uniones consensuales crecen desde hace más de tres décadas.

  • Los casamientos caen en todas las regiones.

  • Para muchos, el compromiso no es problema: el trámite, sí.

Especialistas consultados por distintos medios describen un clima social donde el futuro perdió peso como organizador de la vida, el individualismo se volvió norma y las instituciones ya no ofrecen la seguridad simbólica de otras épocas. En ese escenario, el matrimonio puede percibirse más como una carga que como un proyecto.

Casarse da protección; separarse demanda juicio

El matrimonio activa automáticamente derechos hereditarios, regímenes patrimoniales y protección de la vivienda. Pero su disolución no es un trámite, sino un juicio. La psicóloga Beatriz Goldberg remarca que la firma sigue funcionando como sello emocional y también como disparador de miedos: exposición económica, pérdida de autonomía y fantasías de dependencia.

Para algunas parejas, el casamiento recién adquiere sentido al buscar un hijo. Para otras, es una estrategia administrativa. En cualquier caso, el impacto emocional persiste.

Convivir no garantiza protección (ni siquiera mínima)

La unión convivencial exige dos años de vida en común y un registro. Sin eso, la protección es prácticamente nula: no hay herencia, no hay derechos automáticos sobre bienes ni vivienda y el acceso a obra social depende de regulaciones particulares.

La ley es directa: el cónyuge hereda; el conviviente, no. La convivencia simple es la más expuesta y, en muchos casos, la más elegida.

La sociología del “hoy te quiero, mañana vemos”

Para el sociólogo Carlos De Angelis, la caída del matrimonio es parte de un cambio profundo: el futuro ya no ordena la vida, el compromiso se percibe como amenaza y las instituciones pierden prestigio. Incluso las palabras cambian: “separado” suena más aceptable que “divorciado”.

La fluidez afectiva reduce tensiones pero también genera nuevas: la dificultad para ordenar expectativas y responsabilidades.

Elegir con información: el desafío que casi nadie quiere asumir

Moyano recuerda que registrar vínculos no es un gesto simbólico, sino jurídico. No entender la diferencia deja a miles de personas en situaciones vulnerables. Algunas protecciones aplican tanto para matrimonio como para uniones convivenciales, pero solo si están registradas: obra social, indemnización por fallecimiento, continuidad del alquiler o ciertos beneficios sociales.

El dato final, acaso el más desolador y realista, es que el amor no alcanza para cerrar grietas legales. Tampoco para prever el futuro.

El nuevo mapa afectivo: libertad, riesgos y decisiones sin manual

En un país donde los modelos de pareja se multiplican, el dilema ya no es elegir entre casamiento o convivencia, sino entender qué implica cada una. Y asumir que, en la reconfiguración de los vínculos, la información pesa tanto como el amor.

Neuquén, con tasas de matrimonio más altas que buena parte del país, queda en una posición particular: convive con una tendencia nacional que se inclina hacia la autonomía, mientras su propia demografía muestra que la tradición todavía resiste.

La pregunta que queda abierta —y que ninguna estadística responde— es cuánto estamos dispuestos a arriesgar en nombre de la libertad afectiva… y cuánto nos va a costar no leer la letra chica.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD