En el corazón del Golfo San Matías, donde la inmensidad del mar se abre como puerta de salida al mundo de la producción de gas de Vaca Muerta, otra tormenta se avecina. No es meteorológica, tampoco la crisis terminal de la pesca que también afecta la situación económica y social. Alcalis de la Patagonia (ALPAT), la única planta de producción de carbonato de sodio en toda América Latina, atraviesa una crisis que podría arrastrar consigo a centenares de familias trabajadoras y poner en jaque la estabilidad regional.
La alarma fue encendida por el Sindicato del Personal de Industrias Químicas y Petroquímicas (SPIQyP), que denunció con palabras contundentes la dramática situación de la planta ubicada en San Antonio Oeste. En un comunicado que retumba como una advertencia desesperada, el gremio expresó su "más profunda preocupación" ante el desmoronamiento de la viabilidad productiva de la firma de Cristobal López, provocado por el "incremento desmedido del precio del gas natural".
Hoy, ese insumo representa más del 46% del costo operativo de ALPAT. En esas condiciones, continuar con la producción no solo es inviable: es suicida. Y solicitaron una intervención estatal urgente, la parálisis de la fábrica parece inminente. Situación que se agrava ante la importación de carbonato de sodio desde China a precios más bajos.
Los números no hacen más que agravar el panorama. ALPAT sostiene de forma directa a 481 trabajadores, pero su impacto económico se expande mucho más allá: se estima que al menos mil personas dependen de manera directa o indirecta de su funcionamiento. Proveedores, contratistas, comercios, transportistas, familias enteras: todos gravitan en torno al corazón productivo de esta planta que se ha convertido en el verdadero motor económico del litoral rionegrino.
"El cierre sería devastador", advirtió el sindicato, con una claridad que no deja lugar a dudas. Las consecuencias no serían sólo laborales: golpearían el tejido social, dispararían el desempleo. Frente a ese abismo, ALPAT ya pidió asistencia urgente para poder sostenerse durante el invierno.
El SPIQyP exige una reacción inmediata de los gobiernos nacional y provincial. "No permitiremos que se pierda ni un empleo. Defendemos cada puesto, cada derecho y cada familia. La industria nacional no puede soportar este golpe: las autoridades deben actuar ya”, cierra el comunicado gremial.
Pero esta historia va más allá de un conflicto laboral. ALPAT no es una empresa más. Es un eslabón estratégico para múltiples cadenas industriales del país: su producción de carbonato de sodio abastece a sectores tan diversos como el vidrio, los detergentes, la minería, la alimentación y el tratamiento de aguas. .