Ariel “Pepe” Calfanca sabe lo que es no tener botines para jugar a la pelota. Creció en un barrio humilde y, de niño, un gomero del barrio San Lorenzo le regaló su primer par. “Ese recuerdo me marcó. Me permitió seguir desplegándome en el deporte y me enseñó que un pequeño gesto puede cambiar mucho”, contó en una entrevista en el programa Entretiempo por AM550.
En 2019, la imagen se repitió: esta vez era él el profe de una escuelita de barrio, viendo a chicos jugar descalzos o con calzado roto. “Llegué a casa y le conté a Joana, mi señora. Decidimos hacer algo ya. Llamamos a amigos y ex compañeros del fútbol para recolectar botines que estuvieran guardados en algún cajón. Los limpiábamos, les cambiábamos cordones y plantillas, y los entregábamos a quienes los necesitaban”, recordó.
Así nació Botines Mágicos. Sin grandes anuncios ni formalidades, Ariel y su mujer visitaban canchitas del oeste neuquino, detectaban a los chicos que jugaban sin el calzado adecuado y, con el permiso de sus padres y entrenadores, les hacían llegar un par. “En estos años entregamos más de 800 pares de botines y zapatillas, además de ropa de entrenamiento y camisetas donadas por equipos que ya no las usaban”, señaló. Este proyecto solidario surgió en plena pandemia y rápidamente se expandió a través de la página de Facebook de Botines Mágicos donde solicitan los talles que necesitan y así reciben donaciones de botines y zapatillas para jugar.
La recorrida por distintos barrios y escuelitas despertó un sueño que Ariel venía postergando: tener un espacio propio. “En el barrio Ferroviario había una cancha de césped sintético que no se usaba. Pedimos permiso a la vecinal y empezamos a trabajar ahí. Así nació nuestra escuelita de fútbol”, relató.
A los 37 años, a mediados de 2023, “Pepe” se dio el gusto de crear la escuelita de fútbol para chicos y chicas de 5 a 15 años en la cancha de césped sintético del barrio Ferroviario.
El proyecto creció rápido. La necesidad de un lugar de contención en esa zona, justo en el límite entre Neuquén y Plottier, era evidente. Hoy, Botines Mágicos tiene alrededor de 40 chicos y un equipo femenino que compite en una liga comercial. Hace apenas tres semanas, el grupo dio un paso clave: se constituyó formalmente como el Club Social y Deportivo Botines Mágicos.
“Esta escuelita de fútbol es de alguna manera un paso más, un eslabón más de este proyecto que comenzamos con el arreglo de botines y zapatillas para entregárselos a aquellos chicos que juegan al fútbol en escuelitas o clubes de barrio y que sus padres no tienen el dinero para poder comprárselos”, explicó su creador. Siempre lo movilizó armar una escuelita de fútbol, una cuenta pendiente que tenía para poder enseñar lo que aprendió durante su trayectoria en el fútbol.
“Queremos armar todas las categorías, desde los más chicos hasta los más grandes. El fútbol me dio todo: educación, valores, amistades, oportunidades. Ahora quiero que otros puedan tener lo mismo”, dice Ariel, que no olvida a los clubes que lo formaron, como San Lorenzo de su barrio y Sapere.
El club entrena en calle San Martín al 7100, los lunes y miércoles desde las 18, y sigue abierto a sumar chicos y chicas. “Esto es una familia. Si hay empresas o personas que quieran colaborar, toda ayuda es bienvenida. Seguimos con el mismo objetivo que nos impulsó desde el primer día: que ningún chico deje de jugar por no tener un par de botines”, concluyó.