Una tarea cotidiana: ir al cajero con tarjetas de beneficiarios
En otra jornada del juicio por las estafas con planes sociales en la anterior gestión del gobierno de Neuquén, este miércoles, una testigo clave declaró ante el tribunal y reveló cómo operaba el circuito de recaudación dentro de la Dirección de Planes Sociales de la provincia de Neuquén. Se trata de una mujer de 46 años que trabajó como administrativa en el mismo edificio donde estaban Ricardo Soiza, Marcos Ozuna y Pablo Sanz.
Su rol incluía la organización de listas de beneficiarios de los planes sociales, pero también algo mucho más delicado: le entregaban varias tarjetas de débito a nombre de otras personas para que fuera a extraer dinero en cajeros automáticos, en varias tandas, de a 20 mil pesos. Esto lo hacía durante su jornada laboral, pero también fuera de horario e incluso durante los fines de semana.
Todo el efectivo recolectado era llevado a la Dirección, entregado a Pablo Sanz y luego depositado en la famosa "caja azul", desde donde —según el testimonio— terminaba en manos de Ricardo Soiza, directamente en su oficina.
Cheques, sobres y punteros apurados
La testigo también explicó que se le emitían cheques a su nombre, que debía firmar, endosar, colocar en sobres y entregar a punteros políticos, entre ellos a uno de los punteros identificado como Villalobos. Según su relato, este hombre era una figura habitual en la oficina, que exigía rapidez y maltrataba al personal cuando no lo atendían a su gusto.
Según su relato, este procedimiento se realizaba con total naturalidad dentro de la dependencia estatal. Se ejecutaba de manera reiterada, con la participación de varias personas de la misma área. Nadie se sorprendía. Nadie lo cuestionaba.
“Yo solo quería hacer bien mi trabajo, no quería que se enojaran conmigo”, declaró la mujer ante los jueces.
El allanamiento, los jefes y una reunión en Faraón
Lo más grave que contó la mujer fue una noche antes del allanamiento judicial en su casa, cuando fue visitada por Marcos Ozuna, otra persona y el abogado Alfredo Cury. Le advirtieron que al día siguiente habría un procedimiento y le pidieron su celular. Al día siguiente la Policía irrumpió en su casa y terminó en una comisaría, demorada junto a otras personas de la Dirección.
Más tarde, todas fueron convocadas a una reunión en el restaurante Faraón, donde también estaban el hijo de Ricardo Saiz, el abogado y otras empleadas allanadas. Allí les devolvieron los celulares y —según narró— les dijeron que no las iban a dejar solas y que lo mejor era mantenerse juntas.
Una estructura aceitada para recaudar desde adentro del Estado
La testigo no dudó en afirmar que consideraba que esa tarea era parte de su trabajo. Lo hacía sin cuestionar, con la idea de cumplir y sin sentirse parte de un delito. Sin embargo, lo que describió fue una maquinaria estatal organizada para extraer dinero de los más vulnerables y canalizarlo directamente a punteros y referentes.
El juicio continúa y cada jornada expone con más crudeza cómo se montó desde adentro del Estado una red de extracción y desvío de fondos públicos, disfrazada de asistencia social.