Una importante funcionaria judicial, que cumplía funciones como secretaria en un organismo de Roca, recibirá una indemnización superior a los 42 millones de pesos tras un fallo de la Cámara del Trabajo de esa ciudad. La Justicia reconoció que las graves dolencias que padece en sus manos, brazos y cuello fueron consecuencia directa de 35 años de tareas repetitivas en tribunales.
La trabajadora inició su carrera en 1987 y durante 35 años cumplió largas jornadas frente al teclado, con movimientos forzados y constantes. Con el paso del tiempo, comenzó a sufrir fuertes dolores que se extendieron a codos, hombros y columna. En 2022 denunció la enfermedad ante la aseguradora de riesgos de trabajo (ART), pero rechazó su caso argumentando que no estaba dentro de las patologías laborales previstas.
La mujer buscó atención médica por su cuenta, se sometió a cirugías y pidió la intervención de la comisión médica, que también le dio la espalda. Ante esa negativa, decidió llevar el reclamo a la Justicia.
El proceso judicial tuvo un punto clave: el peritaje médico oficial. Allí quedó demostrado que la empleada sufría un síndrome crónico en ambas manos que le dejó una incapacidad cercana al 20%. El informe además concluyó que sus dolencias estaban directamente relacionadas con los movimientos repetitivos de oficina que realizó durante 35 años.
Con ese resultado. la Cámara del Trabajo desestimó la postura de la ART, que ni siquiera presentó estudios ergonómicos del puesto de trabajo ni los exámenes de rutina que la ley exige. El tribunal recordó que si la aseguradora no demostró que la enfermedad existía antes de la relación laboral, debe asumir la totalidad del daño.
Por eso, en la sentencia resultó condenada la ART Horizonte, del estado rionegrino, que debe pagarle a la secretaria judicial $42.271.695,44, más intereses y costas del juicio. El fallo todavía no está firme, porque la aseguradora podría apelar. Sin embargo la decisión marca un precedente fuerte: los años de trabajo frente a una computadora también generan lesiones graves que deben ser reconocidas como enfermedades profesionales.