Con una interpretación conmovedora del clásico religioso “Pescador de hombres”, Celeste López, oriunda de Catriel, en la provincia de Río Negro, ganó su batalla en La Voz Argentina y continúa en el certamen como parte del equipo de Soledad Pastorutti. La joven se enfrentó a Lucila Garombo, participante cordobesa con pasado como monja, en una presentación que conmovió al jurado y al público por igual. Ambas compartieron una historia común: el canto en la iglesia como semilla de su vocación artística.
La devolución del jurado fue unánime en destacar la sensibilidad y la afinación de Celeste. Lali Espósito señaló que “fue precioso, muy representativo para la gente creyente”, mientras que Luck Ra confesó que “purificaron mi alma” y admitió su debilidad por la precisión vocal de Celeste. Los Miranda celebraron la atmósfera de paz que se generó en el estudio, y la propia Soledad Pastorutti, visiblemente emocionada, reconoció que “fue algo especial, una canción que tiene otro sentido cuando uno crece”.
La decisión final estuvo en manos de Pastorutti, quien destacó la dificultad de elegir entre dos voces tan conectadas con el mensaje espiritual. “Me guío por lo que siento, y esta noche me voy a quedar con Celeste”, anunció la coach, confirmando la continuidad de la rionegrina en la competencia de canto. La emoción fue evidente en el rostro de Celeste, que agradeció el apoyo y se mostró lista para seguir creciendo en el certamen.
La participación de Celeste López no solo representa a Catriel en el escenario nacional, sino que también pone en valor las trayectorias artísticas que nacen en espacios comunitarios como las iglesias. Su historia conecta con miles de jóvenes que encuentran en la música una forma de expresión y de encuentro. En redes sociales, su interpretación fue celebrada por usuarios de todo el país, que destacaron su dulzura, técnica y autenticidad.
Con esta victoria, Celeste se consolida como una de las voces emergentes más prometedoras del programa. Su paso por La Voz Argentina no solo emociona por el talento, sino también por la historia que trae consigo: una joven que canta desde el alma y que, con cada nota, representa a su comunidad. La próxima etapa será decisiva, y no solo Catriel la acompaña con orgullo y esperanza, sino toda una provincia.