Un expediente que huele mal
El 17 de octubre no será un día más. Ese jueves, la fiscalía de Delitos Económicos llevará a Gloria Ruiz, la exvicegobernadora destituida de Neuquén, frente a la Justicia para leerle la imputación por presunto enriquecimiento ilícito y fraude en perjuicio del Estado. No estará sola: su hermano Pablo Ruiz y dos exfuncionarias de la Legislatura también aparecen en la lista de acusados.
La acusación es pesada. Hablan de contrataciones truchas, fondos que desaparecieron, manejos turbios con campañas institucionales y hasta plazos fijos abiertos a nombre de familiares. Es el clásico guion que se repite en cada escándalo político: el dinero que debería estar en escuelas y hospitales, termina en bolsillos privados.
El juez Lucas Yancarelli será el encargado de dirigir la audiencia, una cita que llega a menos de diez días de las elecciones legislativas.
La camioneta de la polémica
Uno de los puntos más escandalosos de la investigación es la camioneta Toyota SW4 de alta gama que terminó en la mira judicial. Según la versión de Gloria Ruiz, el vehículo era “un préstamo de su suegra”. Una explicación que, lejos de aclarar, genera más dudas.
La defensa de la exvicegobernadora insiste en que no hay nada ilegal, pero los fiscales ven otra cosa: un símbolo del lujo en el que terminan envueltos muchos funcionarios mientras el resto de la sociedad vive como puede con el fruto de su trabajo. Cada vez que aparece un político con un auto de millones, la distancia entre ellos y la gente se hace insoportable.
La camioneta se transformó en el emblema del caso. Es el recordatorio de que los privilegios de la política no son un mito: se materializan en fierros, viajes, sueldos y contratos, todos pagados con la plata de la sociedad.
Una carrera que terminó en escándalo
La historia de Gloria Ruiz tuvo un quiebre brutal en 2024. En noviembre de ese año fue suspendida como vicegobernadora y un mes más tarde destituida por “inhabilidad moral”. El motivo: denuncias de contrataciones irregulares en la Legislatura que la dejaron marcada para siempre.
A partir de ahí, las investigaciones se multiplicaron. Los fiscales encontraron contratos para familiares, fondos públicos usados para operaciones financieras y sospechas de sobreprecios en campañas de promoción. Cada hallazgo sumaba un ladrillo más al muro de sospechas que hoy la rodea.
El dato que enciende todavía más la bronca: pese a todo, Ruiz sigue en carrera política. Será candidata a diputada nacional el 26 de octubre. Una muestra de cómo el sistema permite que figuras cuestionadas intenten reciclarse en nuevas listas, como si nada hubiera pasado.
Lo que queda en el aire
Este caso no es una excepción, es parte de una lista interminable de escándalos. La bronca social se acumula porque siempre pasa lo mismo: denuncias, causas, juicios que se estiran y políticos que, aun así, siguen buscando cargos y fueros.
La audiencia del 17 de octubre no será solo un trámite judicial. Será un termómetro del enojo de una sociedad cansada de ver cómo los mismos nombres aparecen una y otra vez en las páginas policiales y políticas al mismo tiempo.
La pregunta que queda flotando es sencilla pero brutal: ¿hasta cuándo la política va a seguir viviendo de privilegios mientras la gente hace cuentas para poder comer?