“Estamos hermanados en el dolor”, dijo Juan Manuel Pincheira, hijo del desaparecido Miguel Ángel Pincheira, a los jueces del Tribunal Oral Federal de Neuquén en uno de los juicios por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura militar contra quince ex jefes militares y de fuerzas de seguridad nacionales y de las policías provinciales de Río Negro y Neuquén que se desarrolló en la capital neuquina en 2021. Tenía un año y tres meses cuando su padre fue secuestrado el 14 de junio de 1976 en Cutral Co, Con esas palabras sintetizó la característica que tuvo ese proceso judicial donde los hijos e hijas de desaparecidos brindaron sus testimonios acerca de los hechos que tuvieron como víctimas a sus padres.
“Hablo como hijo de desaparecido, como aquellos que no tienen la oportunidad de contar su historia y contar que el daño causado se prolongó en muchas etapas de mi vida”, afirmó Pincheira.
Como en el caso de Juan Manuel, otros hijos e hijas de las víctimas de la represión en la región eran muy pequeños cuando ocurrieron los hechos. Por lo tanto, reconstruyeron quiénes habían sido sus padres a partir del relato recibido de familiares, compañeros de trabajo y de militancia y amigos de éstos. De esta manera pudieron llenar esos vacíos en busca de su identidad, lograr respuestas sobre cómo eran y qué pensaban.
“Mamá estaría contenta de que declare por la memoria de tantos”, dijo con lágrimas en los ojos César Altomaro Villaverde cuando prestó su declaración. César tenía 7 años cuando su madre Alicia Villaverde, fue secuestrada en junio de 1976 de su trabajo en un organismo del Estado, y luego golpeada, torturada y violada en la delegación de la Policía Federal y en los centros clandestinos de detención “La Escuelita” de Neuquén y Bahía Blanca. “Lo que cuento es el recuerdo de un niño”, afirmó en relación al secuestro de su madre, reconocida dramaturga, actriz y directora de teatro.
“Una crece con mucho silencio de la familia y sé que no soy la única de los hijos que creció así”, expresó Lorena Cháves, hija de Carlos Cháves.
“Sigo de alguna forma reconstruyendo lo que fue mi vida y lo importante que hubiera sido tenerlo presente todos estos años, desde mi primera infancia era un pilar fundamental que me robaron”, agregó Pincheira ante los jueces y les exhibió la única foto que tiene con su padre.
Cuenta que cuando era chico y preguntaba por su padre, recibía como respuesta de sus familiares que estaba trabajando o estaba de viaje. “Al principio no creía que esta historia que sigo reconstruyendo me había sido para mí. Pasé mucho tiempo creyendo que no había pasado, sentía que si preguntaba qué había sucedido, le hacía mal a mis seres queridos que me estaban cuidando. Hasta mi adolescencia no sentí lo que era ser hijo de un desaparecido”, explicó. Su padre permaneció en cautiverio en diversas cárceles (Neuquén, General Roca y Rawson) y centros clandestinos de detención de Neuquén y Bahía Blanca donde fue torturado y desde entonces está desaparecido.
“Sigo de alguna forma reconstruyendo lo que fue mi vida y lo importante que hubiera sido tenerlo presente todos estos años, desde mi primera infancia era un pilar fundamental que me robaron”, dijo Juan Manuel Pincheira, hijo del desaparecido Miguel Ángel Pincheira.
“Una crece con mucho silencio de la familia y sé que no soy la única de los hijos que creció así”, dijo Lorena Cháves el día que brindó su testimonio como testigo del secuestro y desaparición de su padre Carlos Cháves, trabajador de YPF y militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
Lorena tenía tres meses cuando un grupo de tareas secuestro a Carlos en la casa de los padres de su esposa, Gladys Durán. Fue su tía Nancy quien le contó cómo fue el secuestro cuando tenía 16 años. Antes de saberlo, pensaba que su papá se había muerto. Siempre se preguntó si cuando estaba “atado y sucio” en cautiverio “habrá sentido miedo por mí o por mi mamá, alguien le habrá dicho de que a su familia no le había pasado nada”.
Confesó que cuando decidió presentarse en el juicio como testigo en la causa lo hizo para “conectarme con la hija que fui, me tuve que unir de vuelta como hija, adolescente y madre”. Aseguró que hacerlo fue “reparatorio en muchos sentidos: emocional, psicológico, no sólo para mí y mi familia, sino para sus compañeros y sus hijos”.
"Los represores nos quitaron el disfrute, yo no comparto muchos de los ideales que tenía mi papá, pero me quitaron la posibilidad de discutirlo en una sobremesa”, dijo Lorena.
"Los represores nos quitaron el disfrute, yo no comparto muchos de los ideales que tenía mi papá, pero me quitaron la posibilidad de discutirlo en una sobremesa”, explicó Lorena Cháves.
Cuando tenía 25 años, Lorena conoció algo más de la historia de su padre a través de Noemí Labrune, histórica dirigente de la Asamblea por los Derechos Humanos (APDH). Acusó a los represores de quebrar familias completas y vínculos “que es muy difícil reparar”. Agregó que “los represores nos quitaron el disfrute, yo no comparto muchos de los ideales que tenía mi papá, pero me quitaron la posibilidad de discutirlo en una sobremesa”.
Los testimonios brindados en aquel juicio por los hijos e hijas de las víctimas de la última dictadura militar reflejaron la dimensión del sufrimiento, del dolor y el daño que generaron quienes fueron juzgados en diversos juicios en Neuquén por cometer delitos de lesa humanidad.