Con un posteo crudo y desgarrador, Alison Calfunao volvió a poner voz a una historia atravesada por el dolor, la lucha y la búsqueda de justicia. La joven neuquina, que atraviesa un delicado estado de salud tras graves complicaciones médicas, relató cómo su vida y la de su familia cambió para siempre después de una cirugía realizada en junio.
“Este año así como me regaló, me sacó mucho”. Con esa frase, Alison abrió un mensaje que conmovió en redes sociales y volvió a visibilizar una historia que sigue abierta, marcada por el sufrimiento físico, emocional y familiar.
Alison regresó a fines de octubre, después de vivir durante meses en Buenos Aires, entre salas de esperas y quirófanos. Todo comenzó el 9 de junio, cuando se realizó una intervención quirúrgica, que en la previa parecía sencilla. Era una ligadura de trompas, pero por motivos que la Justicia debe esclarecer, sufrió dos paros cardiorrespiratorios y tuvo que ser trasladada en un vuelo de urgencia al Hospital Italiano, donde le realizaron un trasplante de corazón y más tarde tuvieron que amputarle la pierna derecha, por encima de la rodilla.
Alison comenzó el año cumpliendo sueños que parecían lejanos. Proyectos, planes, una vida activa junto a sus hijos. Pero todo cambió de manera abrupta tras una cirugía realizada el 9 de junio pasado, que derivó en gravísimas complicaciones de salud y la dejó con secuelas irreversibles.
En su publicación, la joven neuquina habla de un golpe “demasiado duro”, de preguntas que todavía no encuentran respuesta y de una vida que ya no es la misma. Relata el dolor de haber atravesado un trasplante, una amputación y una recuperación atravesada por el miedo, la ansiedad y la incertidumbre.
“¿No te conformaste con que tuve que ser trasplantada? ¿O amputada?”, escribe, interpelando a Dios, a la vida y también —según sus propias palabras— a quien responsabiliza por lo ocurrido durante la intervención médica. En ese marco, Alison sostiene que su caso no solo la dañó a ella, sino que arrasó con la vida cotidiana de toda su familia.
Los meses de internación y recuperación en Buenos Aires fueron de extrema angustia, en los que la vida de Alison estuvo en peligro. “Yo desperté en Buenos Aires. Después de la cirugía en Neuquén no supe nada de lo que pasó, desperté allá, con el corazón trasplantado…”, contó en su momento.
En el posteo habla de sus hijos, de 8 y 5 años, que hoy conviven con el sufrimiento de ver a su madre limitada físicamente, atravesada por ataques de ansiedad y constantes controles médicos. De un niño que necesita asistencia psicológica y de otro que, pese a su corta edad, “entiende todo y calma en medio de la tormenta”. Habla también de su pareja, que sale a trabajar con la preocupación constante de dejar sola a su familia.
“¿Saben cómo era yo? Iba y venía, era inquieta. Días como hoy preparaba el tereré y nos íbamos al río con mis bebés”, recuerda. Hoy, en cambio, explica que no puede salir sola con ellos por miedo a caerse o asustarlos. “Estoy limitada. Sé que puedo, pero duele y cuesta”, confiesa.
En el tramo más duro de su mensaje, Alison expresa que no piensa callarse y que seguirá reclamando justicia para que su caso no quede en el olvido. Sus palabras reflejan bronca, impotencia y una determinación firme: la de seguir hablando, aun en medio del dolor.
“Voy a publicar las veces que sea necesaria. Voy a seguir peleando por justicia. Que no se olvide mi caso”, escribió, asegurando que su lucha también busca evitar que otras mujeres pasen por lo mismo.
El posteo cierra con un deseo simple y profundo de cara al 2026: salud y amor. “Solo pido que mis hijos tengan a su mamá”, escribió Alison, sintetizando en una frase el sentido más profundo de su pelea.
La historia de Alison es una historia que duele, interpela y vuelve a poner en primer plano la necesidad de respuestas, acompañamiento y justicia para una joven neuquina cuya vida cambió para siempre.