Pasa el tiempo y no dejamos de asombrarnos por el camino de la veranada. Vivimos en distintas ciudades, en distintas provincias y, a pesar del paso del tiempo y del arraigue al terruño, nos sigue conmoviendo la época en la familias crianceras trashumantes comienzan el arreo de sus animales hacia las veranadas ubicadas en las altas cumbres cordilleranas.
Por estos días se pueden ver a los productores trashumantes recorrer las caminos de nuestra Patagonia para llevar a sus animales a terrenos más generosos y de este modo, casi sin darse cuenta, siguen un ciclo ancestral que se deja guiar por la naturaleza misma.
Quienes recorran los caminos del Norte neuquino los verán andar a paso tranquilo, acompañados por sus perros pastores y la imagen es una postal de los tiempos de veranada, uno de los momentos de la práctica conocida como trashumancia; un tipo de pastoreo en continuo movimiento, que se adapta en el espacio a zonas de productividad cambiante.
La trashumancia hunde sus raíces históricas en el modo de producción de los pueblos originarios, modo destinado a adecuarse a las limitaciones de la aridez de los campos bajos del Sur.
En la Patagonia, los pequeños productores familiares suben a los campos en la Cordillera en busca de aguadas, de mejores pastizales y de este modo dejan descansar los castigados campos de invernada. La periodicidad del movimiento está regulada tan sólo por el ritmo de las estaciones; así la veranada se realiza en los valles de altura y puede durar entre tres y cinco meses, y la invernada se desarrolla en la meseta y valles inferiores donde la escasez de agua y pasturas se hace crítica a fines de la primavera. Dijimos que es un método de producción ancestral y, aunque el tiempo pasa, la trashumancia permanece.
Unas 7.500 almas
"El territorio en el cual los crianceros llevan a cabo sus actividades se extiende desde el sur de la provincia de Mendoza hasta el centro de la provincia de Chubut, aunque la mayor densidad se da en las provincias del Neuquén y de Rio Negro. (...) En estos ámbitos, hay unos 7.500 crianceros. El tamaño de sus rodeos (constituidos por "majadas" de ovinos y “pifios" de caprinos, con algunos yequarizos y bovinos), medidos en unidades ovinas (UO) puede llegar hasta 1000 unidades, siendo éste el umbral de capitalización; y el valor modal se ubica en el estrato de 250-500 UO", afirman Monica Bendini, Pedro Tsakoumagkos y Carlos Nogues, del Grupo de Estudios Sociales Agrarios (GESA) —Universidad Nacional del Comahue-, en su reporte “Los crianceros trashumantes en Neuquén’.
Mientras escribimos estas líneas, miramos la estupenda galería de fotos y recordamos nuestros propios viajes por el norte neuquino, cientos de crianceros están recorriendo los caminos cumpliendo un ritual, que es cultural, ancestral y de supervivencia al mismo tiempo.