PENSAR EN VERDE

Paradoja plástica: cuando lo barato sale muy caro

El plástico se lanzó al mercado con la promesa de facilitarnos la vida diaria. A menos de 80 años de sus primeras producciones masivas, en este informe nos preguntamos cuál es el costo ambiental (no previsto) que tiene depender para, casi todo, de este material.
sábado, 12 de marzo de 2022 · 18:00

Por Pierina Cervi Kirs, estudiante de Ciencias de la Comunicación (U.B.A). 

 

A pesar del descubrimiento del primer plástico sintético en 1907 con la baquelita, fue gracias a la 2° Guerra Mundial y al impulso que la guerra dió a la industria, que los plásticos polímeros se comenzaron a producir y comercializar en forma masiva con el fin de facilitar la vida cotidiana moderna. Así nacen productos domésticos de gran practicidad como, por ejemplo, los famosos Tupperware, las bolsas plásticas, cubiertos y vasos descartables, bombillas, etc.

Desde entonces, se estima que para el año 2018 se fabricaron 8.300 millones de toneladas métricas (una tonelada métrica equivale a un metro cúbico de agua dulce) de plástico nuevo, con un fuerte incremento de la cantidad producida a partir del siglo XXI.

Ante la grave crisis actual de contaminación ambiental, le debemos al planeta y a las generaciones futuras reflexionar sobre algunas cifras alarmantes y tomar medidas. 

Foto: La baquelita fue el primer plástico comercial completamente sintético, moldeable en caliente y que una vez enfriado producía un material duro y resistente al calor, a la electricidad y a los solventes.
 

¿QUÉ TANTO FACILITA EL PLÁSTICO LA VIDA COTIDIANA?

El plástico debe su descomunal auge económico a su bajo costo de producción y su maleabilidad. Puede ser fácilmente modificado para formar otros tipos de polímeros o material sintético como: el poliestireno (PS), también conocido como “vidrio plástico” que se utiliza en diversas industrias como la de la alimentación, laboratorios, jugueterías, embalajes y multitud de aplicaciones más; o el polipropileno (PP), material súper resistente; o el politereftalato de etileno (PET), un tipo de plástico muy usado en envases de bebidas y textiles.

Foto: "Con una demanda mundial de unos 10,6 millones de toneladas al año (dato de 2000, excluye el poliestireno expandido), el poliestireno es hoy el cuarto plástico más consumido, por detrás del polietileno, el polipropileno y el PVC". Fuente: Wikipedia.
 

Desde carcazas de equipos electrónicos, parte de automóviles, o ropa, hasta utensilios, empaquetados y papel film, las diferentes industrias encontraron en el plástico una solución para gran parte del proceso de producción de su producto final. También es un gran aliado de la limpieza doméstica, los envasados, parte de la industria del maquillaje, estética y de higiene personal, como las toallitas y protectores femeninos.

A su vez, se debe reconocer que el plástico es un gran material sanitario, usado en un sinfín de productos farmacéuticos, quirúrgicos y hospitalarios, que facilita mucho las cosas al poder ser desechado rápidamente. Es por estas innumerables características que el plástico (y otros tipos de polímeros o gomas) juegan un rol importante en la vida moderna, lo cual fue particularmente evidente en el transcurso de la pandemia que nos atraviesa. 

FOTO: El 2 de marzo de 2022, la ONU aprobó el mandato para desarrollar un acuerdo global vinculante contra la contaminación plástica. Para esto, se establecerían reglas y obligaciones globales durante todo el ciclo de vida del plástico, extendiendo la responsabilidad hacia los países, el sector privado y los consumidores de eliminar la contaminación por plásticos en la naturaleza.
 

Pero, los niveles elevados y en rápido aumento de la contaminación por plástico y por microplásticos representan un grave problema ambiental a escala global. Se estima que la producción de plástico en el 2021 rondó los 380 millones de toneladas; y alrededor del 50% del plástico producido cada año a nivel global, es diseñado para ser utilizado una sola vez

A eso se llama plásticos de un solo uso (single-use plastics en inglés), definido por el gobierno nacional de Argentina como “productos desarrollados a partir de materiales destinados a ser desechados tras su primer uso, por lo que no son reutilizables y su reciclabilidad es baja por cuestiones técnicas y económicas”.

 

Según un reporte de la ONU, a nivel global, sólo el 9% de los residuos plásticos producidos a lo largo de la historia se han reciclado. 

 

MUNDO PLÁSTICO

Ahora bien, a pesar de la “fascinación” por el plástico en las primeras décadas de su uso masivo, ya es bien sabido que este material es un gran generador de residuos y contribuye a la contaminación ambiental. En Argentina se promedia que una persona genera 1,15 kg de residuos diariamente. Esto se traduce en 45 mil toneladas de basura a nivel nacional por día, dentro de los cuales un 15% son plásticos (datos recolectados entre el 2018 y 2021). 

Por definición de la RAE, un residuo es un “material que queda como inservible después de haber realizado un trabajo u operación”. Así, un residuo se convierte en basura al perder su valor económico y no poder entrar en el ciclo de recuperación. Y aquí volvemos a las cifras alarmantes: sólo el 9% de los residuos plásticos producidos a lo largo de la historia se han reciclado; aproximadamente un 12% se ha incinerado; mientras que el restante 79% se ha ido acumulando en vertederos, basurales a cielo abierto, costas oceánicas, caudales de ríos, y hasta en islas plásticas en distintas localizaciones de los océanos, como el Great Pacific Garbage Patch, en el hemisferio norte del Océano Pacífico.

FOTO: Great Pacific Garbage Patch, también conocida como la “Isla de basura”, es una gran mancha de basura plástica ubicada en el Pacífico Norte, descubierta en 1997. Su formación se debe a la acción de los giros oceánicos que provocan la acumulación de basura proveniente de todo el mundo. Esta gigantesca isla de basura mide 1.6 millones de Km2 (tres veces el tamaño de Francia) y se calcula que contiene unas 80.000 toneladas de plástico. Fuente: https://www.fundacionaquae.org/  
 

BAD NEWS 

Una de las causas de la creciente contaminación plástica es su lento proceso de degradación. El material plástico tiene distintos tiempos de descomposición, desde los 6 meses, como en el caso de los globos, hasta 150 a 600 años, como sucede con las botellas plásticas, los cubiertos descartables y los encendedores. Sumado a esto, también se debe tener en cuenta la localización de la basura plástica, principalmente en costas, o flotando en mares y océanos, condiciones que alargan el tiempo de degradación del material.

Otra mala: la problemática de los microplásticos, partículas plásticas de menos de 5 milímetros que son liberadas en la degradación del material y están presentes en distintos ecosistemas y ambientes, afectando a los seres vivos que habitan en ellos, principalmente a la vida marina.

Foto: Los microplásticos se desprenden de las cerdas de los cepillos de dientes, telas sintéticas o de los químicos añadidos a los plásticos que se usan para las botellas, para darles ciertas propiedades, como su brillo y flexibilidad. Y también hay otros productos que, por su estructura, se pueden clasificar como microplásticos, como sucede con la brillantina.

 

Quien crea que esto es un asunto que solo afecta a quienes están en contacto directo con áreas residuales, debe saber que se demostró que los microplásticos ya son un problema global. Hay comprobados registros de su presencia dentro del organismo humano (como resultado de la ingesta directa por los animales dentro de la red trófica) y son una amenaza emergente para la salud.

 

FÁCIL PARA EL HUMANO, DIFÍCIL PARA EL MEDIOAMBIENTE

A pesar de que ciertos productos plásticos se convirtieron en necesarios en la vida moderna, la realidad es que muchos de ellos podrían ser excluidos de las líneas de producción o fabricados con otros materiales, diseñados para una vida útil más larga y con un proceso de reciclaje más provechoso y simple, o prohibidos, como el caso de los cubiertos de plástico, bolsas, botellas y sorbetes que ya no están permitidos en muchos espacios públicos (por ejemplo, en parques nacionales de la Patagonia).  

Aquí algunos datos que permiten dimensionar la crisis de contaminación plástica y las alternativas de consumo:

  • Una bombilla plástica se fabrica para ser usada 1 vez y tarda cerca de 150 años en degradarse completamente; mientras que las bombillas de acero o bambú pueden ser reutilizadas. 
  • Las toallitas femeninas, utilizadas por millones a nivel global, no duran más de 2 a 4 horas, para luego seguir existiendo por 500 años; pero, una copa menstrual solo necesita ser esterilizada al comienzo y final de su uso, aguanta 12 horas de uso y dura 10 años.
  • El papel film es muy utilizado en el ámbito doméstico, comercial e industrial (aún cuando no es necesario). Es desechado rápidamente y conlleva un complejo proceso de reciclaje, al tener que separar sus diferentes láminas, por lo que termina siendo basura. Su alternativa son los envoltorios de tela con cera de abeja. , que perduran entre 6 y 12 meses, y solo tienen que ser moldeados con las manos, y lavados después de sus usos.

Foto: Los envoltorios de tela con cera de abeja perduran entre 6 y 12 meses, y solo tienen que ser moldeados con las manos, y lavados después de sus usos.
 
 

Por ende, deberíamos asumir que lo “fácil” para el humano, tiene su contraparte “difícil” para el ambiente; que lo difícil puede conllevar más esfuerzo en ser creado, pero puede ser la solución a una grave problemática que nos pone en peligro. Lo difícil, en este sentido, puede ser la solución al problema ambiental.

Es aquí donde llegamos a una gran conclusión: el mejor residuo es el que no se genera, por lo que cambiar hábitos y reducir el consumo de plástico, debe ser la primera opción en nuestro plan de sustentabilidad. 

 

 

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