El rescate empezó casi por casualidad: un vecino de San Martín de los Andes estaba descargando la leña que le habían regalado cuando escuchó un ruido suave, como un quejido mínimo, que venía de uno de los troncos. Al revisarlo bien, descubrió que adentro había un nido entero: cinco pichones intentando sobrevivir entre las astillas.
Conmovido y sin dudar, volvió a cargar el tronco en la camioneta y manejó hasta la delegación de Fauna de Junín para pedir ayuda. Allí confirmaron lo que ya sospechaba: la leña provenía de un ñire, una especie nativa del Bosque Andino Patagónico, cortado en plena época de nidificación, justo cuando más aves dependen de esos árboles para criar.
En esta época del año, está prohibido cortar leña de árboles nativos, especialmente especies como el ñire, el coihue o la lenga. No solo porque cumplen un rol clave en el ecosistema, sino porque muchas aves —entre ellas rapaces y especies protegidas— utilizan sus troncos y cavidades para armar nidos. Mover, talar o partir un árbol sin autorización puede destruir nidadas completas en cuestión de segundos.
Intervención exitosa
Tras recibir el aviso, desde Fauna llamaron a Bárbara Bartolomé Pap, de la Red de Rescate de Ñacurutu, que viene alertando en radios y medios locales sobre la necesidad de no cortar ni mover troncos en zonas rurales durante esta temporada. Sus advertencias, otra vez, se confirmaron con un caso concreto.
El equipo trabajó con mucha paciencia para abrir el tronco sin lastimar a los pichones. Los mantuvieron calientes, los revisaron y finalmente lograron rescatar a los cinco, que fueron puestos bajo resguardo para intentar que sobrevivan fuera del nido perdido.
La escena deja una idea sencilla pero contundente: un árbol no es solo un árbol. Es hogar, refugio y vida. Respetar las prohibiciones y prestar atención puede ser la diferencia entre arrasar un nido o salvarlo.