Reflexiones

Todos los murciélagos van al cielo

Los 100 años del film Nosferatu, y una pandemia que se repite, como los estrenos de Batman.
viernes, 18 de marzo de 2022 · 00:00

Por Carlos Ramos, humorista y actor patagónico.  

 Como una coincidencia extraña o no tanto, el 4 de marzo fue estrenada en EE.UU. la película The Batman. Exactamente en esta misma fecha, pero hace 100 años atrás, hacía su estreno en Alemania, un film icónico, que se convertiría en una de las mejores películas de vampiros de todos los tiempos: Nosferatu.

Batman y los vampiros como Nosferatu tienen mucho en común. Su relación con los murciélagos; la noche, que los oculta y protege; sus normas, que son propias, y su maldición, de la que son víctimas. 

Bram Stoker se basó en la figura de Vlad Tepes para componer a Drácula

100 años no es nada

Se están cumpliendo 100 años de la versión libre de la novela que nunca pude olvidar, y que una admirable profesora de secundaria nos ofreció como material de lectura hace ya mucho. Me refiero a Drácula, de Bram Stoker. 

En su tiempo, el director de cine F. W. Murnau fracasó en obtener los derechos para hacer la versión fílmica de la historia. Pero decidió rodarla igualmente, cambiando nombres, lugares y detalles varios. La llamó Nosferatu.

Si en la novela, Drácula camina alegremente a la luz del sol, sin ningún inconveniente, en la película -por citar un ejemplo de discrepancia- un mínimo rayito puede quemar muerto al vampiro. Un gran detalle que copiaría toda una tradición literaria y fílmica hasta nuestros días. 

Max Schreck fue el primer vampiro del cine para Nosferatu.

Que cuiqui 

Bram Stoker escribió Drácula en 1897, mucho antes que nacieran los superhéroes y los villanos de las historietas y el cine, basado en la figura de Vlad Tepes (conocido como “El Empalador”), un inhumano señor feudal de los Cárpatos, creó al que sería uno de los antihéroes más terribles. 

En la novela aparece por primera vez el término nosferatu, que en rumano significa  “no muerto”.  Sin embargo, esta no es una traducción correcta. En rumano, a los no muertos se los llama “strigo”. De hecho, en rumano no existe el término nosferatu, pero sí uno similar: “nesuferitu”, palabra cuya traducción nos podría dar todavía más cuiqui: “el innombrable”. Su raíz proviene del griego “nosophoros” que significa nada menos que “el portador de la enfermedad”.

Como en un rompecabezas las palabras van adquiriendo sentido de a poco. Todo vampiro, entonces, sería quien propaga una enfermedad.

Peste negra. Cualquier parecido con la realidad…  

Estamos enfermos, perdonennos...

La pandemia paró el mundo en 2019, y nos demostró que el miedo saca todo lo bueno y lo malo de nosotros. Es muy difícil luchar contra el. Por eso, entre otras cosas, es que existe el género del terror. El miedo ficticio nos ayuda a exorcizar el real, que suele ser mucho más trágico, triste, inevitable y, muchas veces, mortal.

Un par de años antes del estreno de Nosferatu, la humanidad estaba dejando atrás la mal llamada gripe española, surgida - en realidad - en Estados Unidos; una pandemia que acabó con la vida de 50 millones de personas.

El Conde de Orlok (el personaje de Nosferatu), venía a representar la muerte que viene por nosotros y que, a su vez, es inmortal.

  

Nosferatu, dirigida en 1922 por F. W. Murnau, es una de las primeras obras maestras del cine.

La Historia se repite 

Como en 1920, la gente hoy se pregunta cuándo terminará todo esto. Cuándo saldremos a la calle sin miedo. 

Hace 100 años, el miedo a respirar se fue diluyendo de a poco, cuando los efectos fueron cediendo, y todo fue volviendo a la normalidad, casi sin pensarlo mucho. Entonces, con el miedo menos presente, los sobrevivientes entraron en una fase de euforia; si, se dieron a la joda y el desenfreno.

Comenzamos a danzar con la muerte, como hiciéramos durante la peste negra del Siglo XlV, cuando uno de cada tres europeos dejaría la vida terrenal sin remedio.

Los fantasmas del virus todavía revoloteaban en 1922, pero la gente quería seguir asustándose. Quería olvidar. Así fue que el estreno de Nosferatu fue una sensación. 

Pero el éxito pronto se fue opacando. La esposa de Bram Stoker, enjuició a los responsables por plagio. El tribunal falló a su favor y ordenó una acción letal: eliminar, hacer desaparecer, quemar en la hoguera de la ignominia, todas las copias existentes de la película.

Florence Stoker se ocupó durante el resto de su vida, a perseguir a quienes tuvieran en sus manos la aberración que malograba la propia memoria de su amado Bram, y de su economía, más que nada. 

Pero Nosferatu ya era un virus extendido por todo el mundo. Aquí y allá surgieron copias caseras, rollos ocultos que perduraron hasta nuestros días.

La Película Drácula de Bram Stoker (1992) contó con un gran reparto de estrellas de Hollywood como Gary Oldman (el Conde), Winona Rider (Mina) y Keanu Reeves (Jonathan Harker).

Argentina tenía más que a Vilma Palma e Vampiros (cuac)

Por tratarse de un film “prohibido”, la película no pudo conservarse en su mejor calidad. Copias degradadas, retazos, sombras y atisbos de una obra de arte fue lo que quedó de ella.

Gracias a verdaderos arqueólogos del cine, se fue armando una versión definitiva con partes de todo el mundo, como un Frankenstein de celuloide.

En 1981, el museo del cine de München decidió iniciar la empresa de revivir al vampiro a como diera lugar. Se restauró, se reeditó, se reestrenó en múltiples festivales y en 1994, es cuando se produce el milagro: se encuentra en Buenos Aires una copia asombrosamente conservada de Nosferatu (años después, en 2018, sucedería algo parecido con una copia completa de la película Metrópolis. Es irónico que un país que no puede conservar nada de su pasado fílmico, pueda enorgullecerse de haber resguardado dos obras fundamentales del cine alemán).

Finalmente, esta copia inédita, aportó 30 planos perdidos, escenas de mucho valor, y lo que es también importante, se pudo lograr una edición que coincidiera con la música original.

La versión definitiva fue estrenada en 1995 en el Festival de Cine de Cannes.

Batman y los vampiros como Nosferatu tienen mucho en común.

BATMAN-NOSFERATU: héroe y antihéroe

Estas semanas muchos planean ir al cine a ver The Batman, que promete estar a la altura de las expectativas (¿de quien?). Es que hay algo en su alma oscura que nos atrae. 

Es que el hombre murciélago o “l’uomo pipistrello” (en italiano suena tan gracioso), es un personaje inmortal, como Nosferatu, el príncipe de las tinieblas. 

Un héroe y un antihéroe se tocan en una fecha coincidente, hecho que nos anoticia de que nos siguen gustando cosas parecidas.

A pesar nuestro, seguimos siendo los mismos, nos atacan las mismas pandemias, los mismos temores, las mismas guerras sin sentido y también recurrimos a lo fantástico y lo terrorífico para huir del miedo real.

Y, paciente, con su cara de “te lo dije” nos esperará siempre Nosferatu, para recordarnos que solo somos eso: “nosophoros”.

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