El Café Tortoni nació en 1858, fundado por el francés Touan y bautizado en homenaje al célebre Tortoni de París. Su primera ubicación estuvo en la calle Rivadavia, pero fue en la Avenida de Mayo donde encontró su hogar definitivo y su identidad afrancesada. Desde entonces, conserva vitrales originales, mesas de mármol y una atmósfera bohemia que parece resistir el paso del tiempo.
A 167 años de su apertura, Mejor Informado recorrió el Tortoni, una experiencia sensorial: el aroma del café recién hecho, la luz filtrada desde la avenida y la música tenue crean un ambiente que invita a detenerse y mirar alrededor.
Diego Penayo: “El Tortoni es mi segunda casa”
En medio de ese universo detenido en el tiempo trabaja Diego Penayo, mozo y encargado del café, quien lleva 26 años entre bandejas, turistas, tertulias y anécdotas.
“Llevo más de la mitad de mi vida acá. El Tortoni es mi segunda casa”, cuenta a Mejor Informado mientras recorre el salón central. “Es el café más antiguo de Buenos Aires y este año cumple 167 años. Es un paso obligado para el turista, y recibimos gente de todo el mundo: personalidades de la cultura, del cine y también vecinos de la ciudad”.
Para Penayo, lo que la gente busca al entrar al Tortoni es claro: “Vienen a volver al pasado. A imaginar quiénes se sentaron acá. El presidente Alvear venía caminando desde la Casa Rosada para tomar un café. Había tertulias, se recitaban poesías, se debatía y se cantaban tangos. Carlos Gardel venía seguido: se reunía con amigos y cantaba”.
Un escenario histórico del arte y la literatura
La lista de habitués es prácticamente un registro de la cultura argentina: Carlos Gardel improvisando tangos, Alfonsina Storni y Borges asistiendo a tertulias, Julio Cortázar caminando entre mesas, músicos y actores de distintas épocas.
En el sótano del café, en 1926, Benito Quinquela Martín creó la Peña Literaria, un espacio donde escritores, poetas y artistas dialogaban hasta la madrugada. Allí también se dieron shows de jazz y tango que atrajeron a figuras internacionales. El pianista Arthur Rubinstein, fascinado por la vida nocturna porteña, fue uno de los visitantes célebres.
Un patrimonio vivo que evoluciona sin perder su esencia
Aunque el Tortoni es sinónimo de tradición, también se adapta a los tiempos. Hoy, su propuesta más buscada es el histórico chocolate con churros, que antes se reservaba para fechas patrias y ahora se sirve todo el año. A esto se suman desayunos, meriendas y opciones estilo brunch, pero siempre manteniendo intacto su estilo europeo.
El equipo que lo atiende también se transformó. Yamila Vallejos, una de las mozas del salón, lo resume así: “Trabajar acá es un privilegio. Antes este lugar era atendido solo por hombres, y hoy ya somos varias mujeres. Somos una familia y recibimos a turistas de todo el mundo”.
Un rincón porteño reconocido en el mundo
En 2003, la Legislatura porteña creó el Día de los Cafés Notables para homenajear espacios como este. El Tortoni, además, integra una prestigiosa lista internacional de cafés históricos junto a los de París, Venecia, Londres y Viena.
Quien lo visita puede tomar un café, disfrutar un chocolate con churros, recorrer sus salas, observar las esculturas, bajar al anfiteatro para un show de tango y, finalmente, salir a la Avenida de Mayo con la sensación de haber viajado en el tiempo.
Porque, como dice Diego mientras acomoda una mesa en silencio: “Acá todo late con la memoria de Buenos Aires. El Tortoni es historia viva”.