¿Se acuerdan del Veo Veo? Es ese juego infantil de adivinanzas donde por el color debías intentar encontrar qué objeto había elegido y pensado el contrincante. Y arrancaba con la frase en cuestión:
--Veo, Veo
--¿Que ves?
--Una cosa
--¿Qué cosa?
--Maravillosa
--¿De qué color?
Hoy, con el reciente descubrimiento de un nuevo color, los límites de la percepción se corren un tramo más, gracias a la ciencia. Y podríamos hacer muchísima trampa en este juego… Porque investigadores de las universidades de California en Berkeley y Washington, Estados Unidos, acaban de anunciar un descubrimiento sin precedentes: han logrado hacer visible un nuevo color, hasta ahora oculto al ojo humano, y lo llamaron Olo.
El hallazgo, publicado en la revista científica Science Advances, no solo revela la existencia de un color completamente nuevo, sino que pone en jaque la idea de que nuestra percepción visual es una barrera infranqueable.
El ojo humano es capaz de distinguir unos diez millones de colores, todos ellos comprendidos dentro de un rango específico: el llamado espectro visible. Más allá de esos límites, se encuentran el ultravioleta y el infrarrojo, mundos invisibles para nosotros. O al menos, así fue hasta ahora.
El nuevo color Olo fue descripto como un verde azulado con una saturación nunca antes vista
CÓMO VEMOS
Hasta ahora, los colores que conocemos provienen de la combinación de señales enviadas por tres tipos de conos ubicados en nuestras retinas: los conos S, que detectan las longitudes de onda cortas asociados a los azules; los M, que captan las medias asociadas a los verdes; y los L, que perciben las largas en tonalidades rojas.
En condiciones normales, estos conos trabajan en equipo. Sus señales se superponen, y es esa combinación la que nos permite ver la riqueza cromática que nos rodea. Pero esa misma superposición también limita nuestra capacidad de percibir ciertos tonos extremos.
¿Por qué? Según Ren Ng, profesor de ingeniería eléctrica y coautor del estudio, no existe una fuente de luz natural o artificial capaz de activar de manera exclusiva los conos. Siempre que se activan, al menos otro tipo de cono se suma a la respuesta, es decir, se combinan.
EL EXPERIMENTO
Eso fue, precisamente, lo que los investigadores se propusieron cambiar. Utilizando un láser de precisión quirúrgica y una técnica bautizada como Oz (en honor a la Ciudad Esmeralda de la novela clásica “El Mago de Oz”), lograron mapear la retina de los participantes, identificar específicamente los conos M y estimularlos de manera aislada, eliminando cualquier interferencia del resto.
El resultado fue asombroso. De los cinco privilegiados que vieron Olo, tres eran coautores del estudio y dos, colegas de la Universidad de Washington. Estas cinco personas voluntarias lograron ver un color completamente nuevo para la experiencia humana. Lo describieron como “un verde azulado con una saturación nunca antes vista”. Los propios científicos advierten que ninguna pantalla o dispositivo puede replicar su intensidad real. Esto se debe a que nuestro cerebro jamás había recibido una señal aislada de los conos M de esa manera.
Pero se impone una pregunta, un tanto metafísica: ¿Cómo saber que vieron algo que el resto no puede ver? Para validar que Olo no era producto de la sugestión o del azar, los investigadores realizaron pruebas comparando el nuevo color con un láser verde azulado, al que le añadieron y restaron luz blanca para alterar su saturación. Todos los participantes coincidieron en que el resultado era el color del láser, confirmando que estaban ante una percepción fuera del espectro visible tradicional.
La segunda pregunta que surge es inevitable: ¿para qué sirve ver un color que solo se puede percibir bajo condiciones de laboratorio? La respuesta, al menos por ahora, es que no tiene una utilidad práctica inmediata. Pero los investigadores sostienen que las aplicaciones potenciales son enormes. Se cree que puede abrirse la puerta para desarrollar herramientas para estudiar enfermedades oculares o incluso crear experiencias sensoriales que permitan a las personas con daltonismo o discapacidades visuales percibir nuevos matices.
El descubrimiento de Olo no agota las preguntas. Si con la tecnología adecuada pudimos abrir una puerta a un color desconocido, ¿cuántos otros colores podrían estar escondidos fuera de nuestro espectro? ¿Existe un universo cromático mucho más vasto del que accedemos?
Por ahora, Olo seguirá siendo un secreto de laboratorio. Pero nos recuerda que el mundo, incluso en algo tan cotidiano como el color, aún tiene misterios por revelarnos.