Dobratinich: “Lo de Hubbard merece un debate urgente"

En Tokio la neozelandesa Laurel Hubbard competirá como mujer y será la primera atleta transexual en competir en unos Juegos. El Comité Olímpico de Nueva Zelanda anunció la participación de su competidora, remarcando que la atleta cumple con todos los criterios de elegibilidad exigidos por el Comité Olímpico Internacional (COI). El director general del comité de Nueva Zelanda, Kereyn Smith, declaró: “Reconocemos que la identidad de género en el deporte es una cuestión muy sensible y compleja que requiere un equilibrio entre los derechos humanos y la equidad en el terreno de juego”.

Pero el abordaje desde lo deportivo merece un debate que por ahora el COI desestimó, abriendo una instancia que requiere un tratamiento integral. El tema no es sencillo ni siquiera para sociedades con alguna apertura cultural, por eso también resulta dificultoso encontrar en la región profesionales que se animen a compartir su pensamiento.

 Juan Pablo Dobratinich, es un sicólogo especializado en deportes, que viene trabajando en los últimos años con deportistas, selecciones y equipos de la región. A través de su mirada nos permitimos  adentrarnos en un mundo que requiere reformulaciones;  “me gustaría abordar lo de Hubbard desde el fundamento, entendiendo en principio que siempre es conveniente lograr la igualdad, más allá de la realización de las personas como sujetos y sus proyectos de vida. Fuera de esa especificación,  Laurel tiene una ventaja deportiva por su carga genética, que no se puede ocultar”, aseguró el profesional.    

La decisión de incluir a la neozelandesa en los Juegos no está exenta de polémica. Primero, porque los resultados que Hubbard empezó a cosechar desde que compite en la categoría femenina son mucho mejores que los que conseguía en la categoría masculina. Segundo, porque hay estudios que indican que los que hayan pasado la pubertad masculina antes de la transición conservan ventajas significativas incluso después de tomar medicamentos para suprimir sus niveles de testosterona.

El año pasado, los científicos Emma Hilton y Tommy Lundberg descubrieron que la ventaja de rendimiento masculino en el levantamiento de pesas era del 30% en comparación con las mujeres. Su investigación indicó que, incluso cuando las mujeres transgénero suprimieron la testosterona durante 12 meses, la pérdida de masa corporal magra, área muscular y fuerza, fue de apenas alrededor del 5%. Pedían, de hecho, a las organizaciones deportivas que consideraran esa evidencia y evaluaran de nuevo las políticas actuales con respecto a la participación de mujeres transgénero en la categoría femenina de deporte.

El último reglamento del COI (2015), el que elimina ya la necesidad de operaciones quirúrgicas, establece que quien quiera participar como mujer tiene que declararse mujer. Además, fija en un tope de 10 nanogramos de testosterona por mililitro de sangre el máximo que puede tener una mujer para participar en pruebas femeninas. Eso les exige la toma de medicación para bloquear la llamada hormona masculina, la de la barba y la fuerza. Para las mujeres que hagan la transición a hombres no hay exigencia.

En relación a este tema, Dobratinich manifestó; “lo primero que me preguntaría si la atleta pudo pasar los filtros del doping,  Ya que a partir de esto se busca sacar una ventaja deportiva y este no es un tema menor porque de ahí puede saltar la disconformidad”.

En sintonía con el pensamiento del profesional cordobés que hace 10 años trabaja con las selecciones deportivas de la provincia de Neuquén, surge la palabra de María José Martínez Patiño investigadora y profesora de la Universidad de Vigo. “La idea inicial era un sentimiento de aperturismo, pero cuando una persona, como Laurel, durante 35 años ha sido halterófilo es un insulto a la inteligencia pensar que no tiene ventaja deportiva. Hablo exclusivamente como científica. Pensar que por bajar los niveles hormonales a 10 nanomoles en casos donde toda su vida ha sido un hombre reduce la ventaja, es un auténtico insulto al deporte mundial y a las mujeres deportistas. Los músculos tienen memoria”.

Deberíamos ponernos también en el lugar de las competidoras mujeres “de nacimiemto” propone Dobratinich; “pensemos en esas chicas que se rompieron el lomo para ser protagonistas en una competencia deportiva y aparece una atleta como Hubbard. Claramente va a ver una diferencia, por eso es un debate que no debe retrasarse, con tantos derechos adquiridos, estas circunstancias empiezan a hacer ruido y hay que ponerlas bajo la lupa para considerarlas.

¿Deberíamos pensar a futuro en una nueva instancia de género o categoría para las competencias deportivas o tan solo adecuarnos a los tiempos que corren y unificar criterios? Está claro que es un debate que debe darse, ajustarnos a los tiempos que corren es una demanda que implica compromiso y despojo. Posiblemente el deporte puede tener esa llave.