Gimnasia y Tiro, uno de los grandes clubes del Norte de la Argentina, atraviesa una profunda crisis económica y deportiva que se trasladó al ámbito de la apuestas deportivas en la Primera Nacional, la segunda división del fútbol argentino.
El club que milita en en la segunda división del fútbol argentino se encuentra atrasado en el pago de salarios y esto, en combinación a una adicción personal, derivó en una situación terrible.
Luis Olivera, el futbolista formado deportivamente en River, donde debutó en el 2016 y fue campeón de la Copa Argentina, sufre de ludopatía, razón por la cual tomó una deuda abultada que no abonó en tiempo en forma en su lugar de residencia. Sus acreedores, anoticiados por el propio jugador que el motivo de la tardanza era la falta de cobro en el club, acudieron a la sede y amenazaron a los dirigentes para que finalizaran rápido con el conflicto.
El diálogo conciso apuntó al protagonista de la historia que de inmediato fue interrogado por la directiva y reconoció sus problemas de adicción. Incluso, los medios salteños aseguran que estuvo de acuerdo con su rescisión laboral porque la enfermedad estaba afectando su actividad profesional. Ya estaría con asistencia personal, por parte de médicos, para intentar superarlo.
El partido señalado
Lo que se crees es que Olivera, apretado por las circunstancias, aceptó participar de un acto de apuestas en el partido que su ex club disputó ante Deportivo Madryn por la 11ª fecha del campeonato actual y terminó 1 a 1 en Salta.
Ese día, 19 de abril del presente año, el lateral izquierdo vio la amarilla a los 35 minutos del primer tiempo y la segunda, con la consecuente roja, antes del minuto del complemento.
Olivera no fue el único señalado por esta conducta sospechosa. La investigación ahora se extiende a su compañero Marcelo Herrera, defensor central con el que Gimnasia y Tiro tomó la misma medida: prescindir de sus servicios.
El mundo de las apuestas deportivas genera cada fecha más sospechas, pero siempre se trata de hechos de difícil comprobación. La situación no sólo afecta a los apostadores, cada vez más jóvenes, sino también a los propios protagonistas que ingresan de este modo en el camino del atajo económico, aunque afecta los intereses de sus propios compañeros, hinchas e instituciones que los emplean.