La campaña electoral hacia las legislativas del 26 de octubre se desarrolla en un tablero de ajedrez donde el milésimo y el antimileismo habían acaparado todas las casillas. Pero Juntos, el partido de Alberto Weretilneck, quiere abrirse paso y demostrar que el poder territorial y el localismo todavía pesan en la provincia. Cada una de las fuerzas respetan con fe inquebrantable las palabras mágicas de los consultores que indican cuál es la fórmula para captar votos en un electorado cada vez más desconfiado de la política.
El fin de semana pasado, el gobernador reunió a su tropa de intendentes y contagió entusiasmo. En pantalla gigante, se presentó una encuesta que pone al partido provincial en carrera. La clave es clara: capitalizar el arraigo local, hacer que cada jefe comunal haga sentir su influencia y garantizar que el voto rionegrino tenga un sello propio contra el destrato de Nación.
Luego de varias sesiones y de jugar con las ausencias del diputado Agustín Domingo, esta semana en el Congreso los representantes del gobernador votaron en contra de los vetos del presidente. Se sumaron a la contundente postura de ratificar las leyes de financiamiento del hospital Garrahan y las universidades en diputados y la misma suerte tuvo la del reparto de ATN de manera directa a las provincias, en senadores con el voto de Mónica Silva.
Pero el camino no está exento de piedras. Los gremios estatales reclaman mejoras salariales. Y en este sentido la actitud de los paritarios docentes enciende las alertas. Es que se levantó de la mesa de negociación y anunció un Congreso extraordinario que definirá medidas de fuerza. En el medio se mezcla la campaña con las elecciones internas del gremio de los maestros que serán 10 días antes de las Legislativas. La oposición de UnTER es mucho más extrema en sus posiciones que la conducción central y presionan permanentemente con paros extensos y una posición intransigente.
Mientras tanto, la batalla mediática y carpetazos entre los candidatos al Senado se calienta. El roquense Martín Soria, el peronista que las encuestas ubican como favorito, acusa a la libertaria Lorena Villaverde de irregularidades que incluyen investigaciones judiciales por presunto tráfico de cocaína en Estados Unidos y una causa civil que derivó en un embargo por 50 millones de pesos por estafas con terrenos en Las Grutas. La empresaria cipoleña no se quedó atrás: en la última sesión de Diputados desempolvó la vieja controversia del seguro de vida de Carlos Soria, cobrado por sus hijos tras la muerte del ex gobernador, sin que la Justicia haya aclarado, desde 2012 hasta hoy, cómo se autorizó el pago.
En el peronismo, que se siente ganador tras la victoria de Buenos Aires, la unidad no está tan aceitada como se muestra públicamente. La falta de recursos económicos deja sola a la militancia en el territorio y a los candidatos prácticamente invisibles. De todas maneras tienen al único candidato con poder territorial, como Soria en el Alto Valle y está instalado. No tienen necesidad de hacer nada diferente.
Por su parte, La Libertad Avanza enfrenta dificultades para conectar con el electorado: la mesa política de Javier Milei fijó la estrategia de endurecer posturas y apostar fuerte a las redes sociales con el mismo discurso que lo llevó al triunfo en 2023 pero recargado. La candidata Villaverde ya planteó su campaña con fotos estratégicas: una con Milei y la frase “inversión y trabajo” y otra más oscura con Cristina Fernández, Martín Soria y Sergio Mazza bajo el lema “pobreza y clientelismo”.
De todas maneras, Nación no logra alinear al sector libertario. Además de las dispersiones que tendrán con Ariel Rivero (Primero Río Negro) y Juan Martín (PRO), también hay fuego amigo dentro de la propia lista violeta: Aníbal Tortoriello, primer candidato a Diputado, dejó en claro al nuevo consultor designado por la Casa Rosada que “yo me pago mi campaña, yo dirijo mi campaña”. No aceptó recorrer ciudades ni participar de eventos junto con Villaverde: “A lo sumo alguna foto”, confirmó el ex intendente de Cipolletti, que utiliza esta elección como plataforma para proyectarse como candidato a gobernador en 2027.
Río Negro, entonces, transita un camino electoral donde localismo y territorialidad intentan imponerse sobre la polarización nacional. Entre conflictos gremiales, campañas mediáticas y candidatos con agendas propias, la provincia se prepara para un 26 de octubre que promete ser intenso, estratégico y absolutamente imprevisible.