La noticia de un nuevo embarazo llegó en medio de un contexto inesperado para Juana Repetto y removió emociones pasadas y presentes. Luego de separarse, una breve cercanía con Sebastián Graviotto derivó en la llegada de un tercer hijo, decisión que ella eligió acompañar en soledad. Hoy, instalada en una nueva casa junto a sus dos hijos, Toribio y Belisario, atraviesa un desafío distinto al de sus experiencias anteriores.
Aunque ya vivió la maternidad sin pareja, esta vez el escenario es otro. En su primer embarazo tomó la decisión de ser madre sola, mientras que en el segundo contó con la contención de una relación formal con Sebastián Graviotto. Ahora, la incertidumbre se combina con una realidad familiar y emocional diferente, y fue en ese marco donde Juana Repetto se animó a abrir su corazón frente a una consulta que la interpeló profundamente.
Durante un intercambio en redes, alguien le preguntó si se sentía sola en esta etapa, destacando lo exigente que puede ser la crianza. La respuesta de Juana Repetto fue inmediata y sin filtros. Admitió que muchas veces experimenta esa sensación, pero aclaró que no se trata exclusivamente del vínculo con el padre del bebé. Lo que más le pesa, aseguró, es la falta de una red cotidiana de apoyo.
Desde que se mudó, la distancia con su entorno cercano se volvió un obstáculo silencioso. Juana contó que la mayoría de sus afectos permanece en la ciudad y, aunque sabe que responderían ante una urgencia, la logística diaria se le vuelve cuesta arriba. Entre rutinas escolares, actividades y horarios cruzados, casi no puede trasladarse para recibir compañía presencial.
En medio de ese panorama, destacó que su mamá es quien sostiene el día a día. Juana Repetto reconoció que el resto de su familia vive lejos y que en otras etapas se sintió mucho más acompañada. Recordó que cuando nació su hijo mayor, vivía cerca de todos, y que con su segundo hijo la convivencia en pareja y la pandemia modificaron completamente las dinámicas de ayuda disponibles.
El futuro inmediato, confesó Juana Repetto, le genera una mezcla de confianza y temor. Tiene claro que sabrá resolver como lo hizo en el pasado, pero no por eso se le hace liviano. Sostuvo que conoce sus capacidades, aunque no minimiza el esfuerzo que implicará enfrentar esta etapa prácticamente sin una presencia constante que aliviane la carga.
Para cerrar, compartió una autocrítica que dejó al descubierto un costado poco conocido de su personalidad. Dijo que uno de sus mayores desafíos no pasa por lo emocional ni lo económico, sino por algo más íntimo: aprender a pedir y recibir ayuda sin sentirse incómoda o culpable.
Ese reconocimiento de Juana Repetto sintetizó mejor que nada la etapa que atraviesa y dejó en claro que, aunque confía en sus herramientas, no romantiza la soledad en pleno embarazo.