Cinco años después de su partida, siguen apareciendo anécdotas que pintan de cuerpo entero a Diego Maradona. Esta vez fue Karina Mazzocco quien, en A la Tarde (América TV), desempolvó un episodio que mezcla humor, barrio y una advertencia de Claudia Villafañe al propio Diez. Todo comenzó cuando la conductora recordaba con el marido marido de la conductora, Omar El Bacha, las calles “Habana y Segurola”, esas esquinas que se convirtieron en parte del mito maradoniano.
Desde el piso del programa, Mazzocco reveló que su pareja había sido quien reemplazó los carteles originales por otros que llevaban el nombre del ídolo: “Diego” y “Maradona”. La charla derivó en un contacto telefónico con Germán “Chicharra” Pérez, exchofer y encargado del edificio donde la familia vivía por entonces. Fue él quien aportó un detalle inesperado: en ese mismo edificio también residía el Pastor Giménez.
“Maradona era el mejor del mundo jugando al fútbol, pero era el mejor del mundo cuando tenía que estar al lado de un amigo, o de su mamá, o de sus hijas, o de su familia”, comentó uno de los panelistas. En ese momento, Omar recordó una situación que Diego solía contar entre risas: “Diego escuchaba todas las noches los taquitos de las chicas que llevaba el Pastor Giménez”.
El comentario desató carcajadas en el estudio y fue Mazzocco quien cerró la historia con la frase más divertida: “Dice Diego que escuchaba todas las noches los taquitos, hasta que alguien le dice ‘¿No sabés quién vive arriba? Vive el Pastor Giménez’. Entonces, Diego le dice a Claudia ‘No voy a seguir así porque estamos durmiendo a las nenas, voy a ir a la casa’. Y Claudia le dijo ‘No, no, querido. Vos ahí no vas porque si no, no vas a volver’”.
La anécdota, que mezcla ironía y ternura, refleja la dinámica entre Diego y Claudia, marcada por los celos, el humor y la complicidad. En medio de tantas historias épicas sobre el astro, este pequeño recuerdo doméstico muestra otra cara del mito: la del hombre que no podía escapar de su propio magnetismo, ni siquiera cuando lo que lo mantenía despierto eran los “taquitos” del vecino.