En el cierre de su ciclo, cuando todo parecía apuntar al balance de fin de temporada y a los tradicionales deseos de Año Nuevo, Mirtha Legrand sorprendió a todos con un gesto inesperado. Antes de avanzar con la mesa y los invitados, decidió detener el programa para hacer un pedido de perdón público dirigido a Alejandro Fantino y a su familia, por un episodio ocurrido años atrás que todavía la incomodaba.
La conductora, con su estilo sobrio pero firme, eligió plantearlo de manera directa y sin rodeos. Marcó la seriedad del momento y abrió el tema con una frase que llamó la atención de todos: “Esto es muy serio”, comenzó diciendo. Luego, explicó que había llegado el tiempo de poner palabras donde quedaban cuentas pendientes y agregó: “Quiero aprovechar este fin de año para pedir disculpas en mi nombre y en el de la producción al señor Alejandro Fantino y su familia que se sintieron agraviados en su honor por un hecho que tuvo lugar hace años en este programa”.
El gesto no fue casual. Durante mucho tiempo, aquel episodio había quedado instalado como una marca incómoda dentro de la historia del ciclo. Mirtha Legrand, lejos de minimizarlo, eligió enfrentarlo al aire, delante de su público y sin intermediarios. Fue un reconocimiento que buscó reparar, pero también cerrar una etapa. Con calma, continuó: “Espero que este gesto contribuya a dejar atrás este episodio”.
El clima del estudio se volvió solemne por unos minutos. No se trató de una mención liviana ni de un simple comentario al pasar. La diva hizo una pausa, miró a cámara y volvió a insistir en la importancia del pedido. “Muy feliz año y una vez más pido disculpas por el comentario que hice fuera del lugar”, expresó, dejando claro que la intención era asumir responsabilidades y no barrer el tema debajo de la alfombra.
La referencia remite a aquel programa emitido en 2018, cuando Natacha Jaitt estuvo sentada en su mesa y mencionó el nombre de Alejandro Fantino en medio de una denuncia vinculada a una causa de abuso y corrupción de menores en el fútbol juvenil. Desde entonces, el tema generó controversias, debates y reclamos de desagravio que, en parte, encontraron respuesta en este mensaje.
Más allá del tiempo transcurrido, el pedido de perdón de Mirtha funcionó como un gesto simbólico: reconocer públicamente un error en el mismo espacio donde se había originado. En un contexto televisivo donde pocas veces se retrocede o se revisa lo dicho, la decisión sorprendió tanto a los televidentes como a quienes seguían la emisión en redes sociales.
Así, el último programa del año no solo dejó despedidas y deseos, sino también una señal clara: Mirtha Legrand quiso cerrar una cuenta pendiente y poner un punto final a una historia que, para ella, ya no podía quedar sin resolución.