Desde que comenzó a grabar su participación en MasterChef, Yanina Latorre se convirtió en algo más que una invitada especial: pasó a ser la voz que cuenta lo que no se ve. Con el paso de los días, la panelista empezó a filtrar detalles del detrás de escena antes incluso de que salgan al aire, y esta vez puso el foco en la dinámica interna con Wanda Nara.
Según relató al aire, una de las últimas jornadas de grabación dejó un clima espeso desde temprano. La citación era a primera hora de la mañana, pero algo no salió como estaba previsto. Mientras varios ya estaban listos en sus camarines, la conductora del ciclo todavía no había ingresado al estudio, lo que generó murmullos y miradas cruzadas entre quienes esperaban.
Yanina Latorre fue directa al describir la situación. “Estuvimos todos esperando”, contó, y explicó que el malestar no tuvo que ver solo con el retraso, sino con la falta de aviso. En un programa donde los tiempos son estrictos y la logística se controla al minuto, la demora empezó a sentirse como una señal incómoda.
La escena fue aún más desconcertante para algunos participantes. “Yo estaba sentada en el camarín viendo a Wanda en la tele y no entendía nada”, agregó Yanina, dejando en claro que mientras puertas adentro se aguardaba para grabar, puertas afuera la conductora seguía dando notas como si nada pasara.
Más tarde, se habría explicado que la llegada tardía respondió a un tema judicial y que Wanda Nara ingresó ya producida, maquillada y lista para salir a cámara. Sin embargo, según deslizó Latorre, esa aclaración no alcanzó para descomprimir del todo el clima. El ruido no fue solo por el horario, sino por lo que muchos perciben como una doble vara.
Ahí es donde Yanina Latorre empezó a enumerar diferencias que, según contó, se comentan en voz baja. Camarines individuales con baño propio, celulares dentro del estudio, acompañamiento constante de producción y la posibilidad de trabajar con equipo personal de maquillaje y peinado son algunos de los beneficios que habría tenido Wanda Nara y que no estarían disponibles para el resto.
El contraste se vuelve más evidente cuando se describe el funcionamiento general del programa. Controles estrictos, celulares retenidos, movimientos vigilados y horarios cronometrados forman parte del día a día. En ese contexto, Yanina resumió la sensación que se respira entre bambalinas: “Sentís que hay una estelaridad que el resto no tiene”.
Pese a todo, la panelista aclaró que el grupo humano funciona y que hay compañerismo entre los participantes. Sin embargo, las diferencias de trato, los permisos especiales y las llegadas tarde sin aviso dejan marcas. Y mientras Wanda Nara sigue ocupando el centro del certamen como figura indiscutida, Yanina Latorre parece decidida a contar, sin filtro, todo lo que se cocina cuando las cámaras todavía están apagadas.