El presidente Donald Trump intensificó su retórica contra el régimen de Nicolás Maduro y dejó abierta la posibilidad de una intervención militar directa en Venezuela, en declaraciones que marcan un punto de inflexión en la política estadounidense hacia América Latina. En una entrevista con POLITICO realizada en la Casa Blanca, Trump se negó repetidamente a descartar el envío de tropas terrestres a territorio venezolano como parte de su estrategia para derrocar al líder autoritario, a quien responsabiliza de exportar drogas y "gente peligrosa" a Estados Unidos.
"No quiero descartar ni confirmar nada. No hablo de eso", respondió Trump cuando se le preguntó sobre un posible despliegue de tropas en Venezuela, agregando: "No quiero hablar contigo sobre estrategia militar". La ambigüedad calculada del mandatario llega en un momento en que su administración ya ha desplegado una fuerza militar masiva en el Caribe para atacar presuntos narcotraficantes y presionar al régimen chavista. Algunos líderes de la derecha estadounidense han advertido a Trump que una invasión terrestre de Venezuela sería una "línea roja" para los conservadores que votaron por él en parte para poner fin a las guerras extranjeras.
Trump expandió además su doctrina de acción militar más allá de Venezuela, afirmando que consideraría usar la fuerza contra objetivos en otros países donde el narcotráfico es altamente activo, incluyendo México y Colombia. "Claro que lo haría", respondió sin dudar cuando se le preguntó sobre operaciones militares en esos territorios. El presidente apenas defendió algunas de sus acciones más controversiales en la región, como el indulto reciente al ex presidente hondureño Juan Orlando Hernández, condenado por narcotráfico a décadas de prisión. Trump admitió conocer "muy poco" sobre Hernández, excepto que "gente muy buena" le dijo que había sido atacado injustamente por opositores políticos.
Las declaraciones sobre Venezuela se produjeron en el marco de una amplia entrevista en la que Trump también arremetió duramente contra los líderes europeos, a quienes calificó de "débiles", y se mostró inflexible sobre su agenda de confrontación global. El mandatario estadounidense dejó en claro que su administración está dispuesta a ampliar el uso de la fuerza militar en el hemisferio occidental bajo la justificación de combatir el tráfico de drogas, marcando potencialmente una nueva era en las relaciones interamericanas caracterizada por el intervencionismo unilateral.