1 AÑO DEL CRIMEN
Femicidio de Agustina: ella lo rechazó y él la mató
La joven pampeana llegó a Cipolletti para estudiar, pero conoció a su vecino petrolero que se obsesionó con ella.El caso de Agustina Fernández volvió a pegar en la comunidad cipoleña: la ciudad del Alto Valle de los crímenes de mujeres más atroces. La joven llegó para cumplir su sueño de estudiar Medicina, pero muy cerca tenía a un obsesivo que no aceptó el rechazo y hace un año fingió un robo para tapar el crimen de su vecina. Un femicidio que desnudó la falta de medios de la Justicia rionegrina, la presión por encontrar un culpable, una madre desesperada y una vidente que montó un show.
El 2 de julio del año pasado Pablo Parra de 37 años subió corriendo las escaleras del complejo de Confluencia al 1.300 del barrio Sillón Encantado. Le golpeó con insistencia la puerta a su vecino. Se mostró nervioso y le aseguró que habían entrado a robar en su departamento de la planta baja y Agustina Fernández, la joven del primer piso, estaba inconsciente en el piso.
Al lugar llegó la Policía y los emergencistas del hospital. La joven de 19 años estaba grave. No respondía a los estímulos. La escena no fue protegida, la prioridad fue salvarle la vida a Agustina, a la que trasladaron al hospital. Poco después se supo que el cuadro era irreversible, muerte cerebral.
Los padres llegaron desde La Pampa, escucharon el parte, decidieron cumplir la voluntad de su hija y donar los órganos. Estuvo dos días internada en terapia intensiva hasta que se armó el operativo de ablación.
El hecho se investigó en un primer momento como muerte en ocasión de robo. Luego por protocolo pasó a ser caratulado como femicidio. Pero algo en la madre, Silvana Capello, le indicaba que no había sido todo como lo planteó el vecino Parra.
El joven petrolero fue llamado a declarar y a los investigadores les dio una versión exacta, sin fisuras. Contó que ambos iban a cenar juntos, que él salió a dejarle una parrilla a su papá y luego paso a comprar helado y cervezas. Todo lo pagó con tarjeta de débito y los movimientos bancarios fueron su coartada.
Sin ningún tipo de avance en la investigación apareció un identikit poco creíble, luego de una gran marcha que volvió a copar las calles de Cipolletti, como a fines de los 90s cuando la gente pedía por el esclarecimiento del Triple Crimen, del asesinato de Diana Del Frari, de Ana Zardán o la Masacre del Laboratorio.
Las cámaras de seguridad del sistema de monitoreo de la Policía no anduvieron o los domos mostraban otro lugar. El complejo tampoco tenía sistema de grabación y los investigadores sólo pudieron recurrir a los comercios donde efectivamente Parra estuvo en el horario perfectamente cronometrado.
Policías que participaron de la investigación dudaron siempre de la precisión con la que el petrolero recordó la hora en la que había estado en cada uno de los lugares. Intentaron detenerlo para forzar un quiebre, pero el fiscal a cargo siempre se opuso.
Durante meses, la madre de Agustina peleó sola contra el sistema. En cada una de sus apariciones se refirió a la participación de Parra, a quien lo acusó de femicidio. La desesperación la llevó a contratar a una cuestionada vidente mendocina, de antecedentes nefastos en otras causas mediáticas como la desaparición de Sofía Herrera en Tierra del Fuego 2008, o la de Rodrigo Hedrill en San Antonio Oeste, en todas denunciada ante la Justicia
En septiembre, dos meses después del hecho, Verónica Contreras de Los Santos llegó a Cipolletti y montó un show en el complejo donde la mataron. Con los ojos vendados, gritaba "Agustina está acá y ella nos va a decir la verdad". Pateó el portón que estaba con llave y responsabilizó a Parra del crimen.
El reclamo de justicia de Capello fue permanente a través de las redes sociales. Y expuso también la debilidad política de una gobernadora mujer que en ningún momento se puso al frente de esa demanda de justicia. Es más, hasta mostró públicamente un mensaje de WhatsApp de Arabela Carreras.
Luego de más de cinco meses, finalmente llegó el día de la detención de Parra. Fue el 22 de diciembre, cuando los policías llegaron al nuevo departamento donde vivía el petrolero y lo esposaron. También se hizo un allanamiento en ese lugar y se secuestró la cupé Hyundai gris. Un día después le formularon cargos por femicidio con alevosía.
La acusación del fiscal Martín Pezzetta develó cómo montó la escena para que el crimen parezca un robo. También mostró los rasgos obsesivos del acusado. En el relato del representante del Ministerio Público, explicó que Parra y Agustina habían tenido algunos encuentros, pero que ella se negaba a ser su novia. A sus amigas les dijo "le pintó amor" y en esos días había rechazado un costoso anillo de compromiso junto con un viaje a San Martín de los Andes.
La joven estudiante había comenzado a verse con un mozo de una cervecería que frecuentaba. La tarde en que fue atacada, el chico había pasado la siesta con ella. Declaró que habían tenido relaciones sexuales con la ventana abierta y que habían hecho bastante ruido. Parra estaba atento en su departamento de la planta baja de todo lo que sucedía en el de Agustina.
Cuando el chico salió, el petrolero aprovechó y la invitó a su casa. Con Agustina adentro de su departamento, salió a las 19.14 con la excusa de dejarle la parrilla a su papá y de comprar cosas para la cena que tendrían juntos. Ella se quedó mirando televisión. Se fue en la cupé Hyundai y volvió casi a las 19.49. Se presume que el crimen sucedió entre las 19.32, horario del último mensaje que salió del teléfono de Agustina, y las 19.38, cuando se apaga el celular de ella.
Pezzetta describió que Parra dejo el auto estacionado a 600 metros y volvió caminando al complejo. Entró por la obra en construcción contigua, saltó una reja y tiró el alambre concertina que había en un tapial para caer en el patio interno de su departamento. Ingresó al living a través de la ventana balcón que estaba abierta.
Agustina estaba de espaldas mirando televisión. Quiso escapar, pero le rompió los dedos de un portazo, la tiró de los pelos contra el futón y la volvió a golpear en la cabeza contra el sillón. La tiró al piso y con un objeto contundente le pegó dos veces en la cara. Luego fue a la habitación, manchó con sangre el enchufe donde estaban los teléfonos y también dejó marcas en una remera.
Las únicas pisadas que se encontraron fueron de Parra, junto al cuerpo de Agustina, en una mesita para trepar al paredón y en la parrilla, donde pisó para escapar por el mismo lugar. Un retazo de tela azul fue encontrado en el alambre concertina y también había rastros de ese mismo material en la ropa de Agustina, en la calza y la blusa.
Actualmente, Parra se encuentra preso. Hace dos semanas se venció la prisión preventiva y fue extendida por cuatro meses más. Tiempo necesario para que la fiscalía logre reunir las pruebas que le faltan para que la causa llegue a juicio. Se espera por el resultado del análisis de la tela azul que debe realizar el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), y debe señalar si se trata de la misma que se encontró en la ropa de Agustina.
Se peritaron seis celulares, ya extrajeron la información, archivos, fotos y carpetas que sirven para la investigación y debe ser sumada a la demás evidencia.
Desde el Ministerio Público confían en que antes de fin de año se realice el juicio por jurado popular que deberá resolver si Parra es culpable o inocente. Mientras, el miércoles próximo, a las 16, desde la Plaza de la Justicia, como la sociedad la bautizó en los 90's, otra vez Cipolletti saldrá a la calle para exigir Justicia por un nuevo crimen de una mujer.