Un grupo camando con armas irrumpió en una agencia de camiones sobre la Ruta 22, en Cipolletti. Los delincuentes ataron y golpearon a los empleados que dormían en el lugar, desactivaron las cámaras, forzaron accesos y fueron directo a una caja fuerte. Se llevaron relojes de lujo, joyas y 150 mil dólares. No tocaron computadoras, ni celulares. Todo fue tan preciso que ahora la pregunta es inevitable: ¿alguien les marcó el camino?
El golpe fue quirúrgico. Ocurrió anoche, cuando los empleados, que viven en el predio, dormían. Los despertaron a golpes. Los ataron. Los encañonaron. Y mientras uno de ellos logró avisar a la dueña, los otros vieron cómo los ladrones se movían con una seguridad inquietante.
No hubo dudas ni titubeos. Fueron directo a una pequeña oficina, donde estaba la caja fuerte. La abrieron con una amoladora, revolvieron todo y se llevaron lo que buscaban: dos relojes Rolex, varias joyas de oro y cerca de 150 mil dólares. No se llevaron ni el iPhone, ni las notebooks, ni otros objetos de valor que estaban a la vista.
Tampoco se llevaron los DVR que almacenaban las grabaciones de las cámaras. Pero no porque no lo intentaran: confundieron el sistema con otro equipo y se lo llevaron igual.
¿Error o una puesta en escena?
Fuentes ligadas a la investigación filtraron algunas dudas: ¿Cómo sabían que había una caja fuerte, pero no dónde estaban las grabaciones?, ¿Cómo sabían que no había alarmas?
Las cámaras funcionaban, pero no estaban conectadas a los celulares. El portón fue forzado, el vidrio de la entrada roto, los cables cortados. Todo indica que estuvieron adentro más tiempo del que cualquiera imaginaría en un robo así.
El nivel de precisión del golpe deja una pregunta flotando: ¿alguien les pasó el dato? ¿O fue una casualidad que ignoraran todo salvo lo que estaba dentro de la caja fuerte?
Aún no hay detenidos y la Brigada de Investigaciones trabaja para dar con algúna pista. En las grabaciones no se pueden ver rostros, porque estaban encapuchados.