Un acuerdo que cuida a las niñas y respeta las historias de cada uno. En una comuna de la zona andina de Río Negro, una pareja en proceso de separación decidió armarse de paciencia y buscar una solución que le sirviera a todos. La idea fue simple pero importante: que las hijas siguen viviendo en el mismo lugar, en el mismo espacio que conocen y quieren, mientras sus papás organizan un acuerdo que les evita cambiar rutinas.
Lo que se propusieron fue dividirse la semana en el hogar. Cuando la madre esté con las niñas, el padre se retira, y cuando sea al revés, la madre se va. Pero todo en una misma casa, en días y horarios claros, y con un esquema que puede adaptarse si alguno tiene que
Y lo más lindo es que, en ese esquema, las niñas no se sienten fuera de lugar. La mamá puede buscarlas para pasar tiempo juntas con ellas y abuelos, sin que eso afecte la rutina. Es una forma de mantener el vínculo vivo y fortalecer el afecto.
El acuerdo también tiene sus detalles económicos. Cada uno se hace cargo de los gastos en los días que les corresponden: comida, ropa, calzado, incluso leña. El papá, además, lo aportará
Todo esto sucedió en una sola audiencia en un centro de mediación del Poder Judicial. La clave fue la buena voluntad de ambos. No hubo gritos ni peleas, sino ganas de entenderse y cuidar de las niñas, porque saben que lo que necesitan es estabilidad y amor, más
De esta forma, los padres lograron transformar una situación difícil en una reorganización que, lejos de separar, une en el cariño y el compromiso.