El caso que desveló a Luis Beltrán y al Valle Medio llegó a su final judicial: Nicolás Ezequiel Medina pasará el resto de su vida tras las rejas. Así lo decidió el juez Alejandro Pellizzon, quien este miércoles leyó la sentencia condenatoria a prisión perpetua por el homicidio brutal de Marisa Coliman, ocurrido la madrugada del 25 de julio de 2023.
No fue una decisión sorpresiva. El veredicto ya lo había adelantado el jurado popular, que en septiembre lo declaró culpable luego de un extenso juicio con 23 testigos y una montaña de pruebas que no dejaron espacio para la duda. Medina fue el autor de un crimen atroz, cometido con ensañamiento, a sangre fría, y contra una mujer que confiaba en él.
Marisa Coliman tenía 44 años. Era madre, vecina, trabajadora. Su nombre ahora se suma a una lista dolorosa de mujeres que murieron de la peor manera. Según la investigación, todo ocurrió entre las 2 y las 3 de la madrugada en una vivienda conocida como “El Conventillo de García”, donde Marisa vivía junto a su hijo. Medina le dio dinero al joven para que saliera a comprar cerveza. Y cuando el muchacho cruzó la puerta, aprovechó esos minutos de soledad para atacar.
Lo que pasó después fue una escena de horror: la golpeó con una violencia desmedida, dejándola sin posibilidad de defensa. Cuando el hijo regresó, intentó detenerlo, pero Medina también lo hirió con un arma blanca. El joven, malherido, logró escapar y pedir ayuda. Medina huyó, pero la policía lo atrapó horas más tarde.
Durante el juicio se escucharon testimonios escalofriantes: vecinos que oyeron los gritos, peritos que reconstruyeron la mecánica del ataque, y forenses que confirmaron lo que todos sospechaban: Marisa fue víctima de una agresión salvaje, casi imposible de describir sin estremecerse.
El jurado lo declaró culpable no solo por el homicidio agravado por ensañamiento, sino también por las lesiones a su hijo. Sin embargo, no prosperó la acusación por abuso sexual ni la calificación de femicidio que habían impulsado las fiscales y la querella.
Pese a eso, el resultado fue el mismo: perpetua, la pena más dura del Código Penal argentino.
En la audiencia de cesura, tanto la fiscalía como la querella pidieron la máxima condena. La defensa, resignada, ni siquiera se opuso. Pellizzon coincidió con los acusadores y unificó la perpetua con otra pena que Medina tenía pendiente por abuso sexual simple. “Todos los caminos conducían a la perpetua”, dijo el juez en su fallo, dejando claro que no había espacio para atenuantes.
Además, dispuso que el condenado siga preso hasta que la sentencia quede firme, por el riesgo concreto de fuga. También rechazó un pedido de la defensa para evitar el pago de costas judiciales y ordenó que Medina asuma incluso los gastos periciales, que superan los 764 mil pesos.