Uno de los menores imputados por el asesinato de Julián Dobra desafió las medidas judiciales y ahora deberá permanecer en un hogar para jóvenes con conflicto con la ley. Ayer por la tarde, el adolescente se quitó la tobillera electrónica, se la entregó a su madre y se fue de su casa ubicada sobre la calle Suiza, en la zona norte de Roca. Desde ese momento, se perdió todo contacto y se activó un fuerte operativo policial para localizarlo. Recién pudo ser ubicado esta mañana, cuando regresó. A partir de allí su presente como imputado cambió completamente.
Durante varias horas, la Unidad de Monitoreo Electrónico del Ministerio Público Fiscal reportó la desconexión del dispositivo y notificó la situación a la Policía de Río Negro, que movilizó a la Brigada de Investigaciones y a la Unidad Canes para dar con el joven. Finalmente, a primera hora de hoy, el menor regresó por su cuenta al domicilio, donde fue hallado por efectivos policiales.
Ante el evidente incumplimiento de la prisión domiciliaria, el Ministerio Público Fiscal solicitó una revisión urgente de la medida cautelar. En la audiencia realizada este jueves, la fiscalía recordó que el adolescente está imputado como partícipe primario en un homicidio y que, además del riesgo de entorpecimiento de la investigación, ahora se sumó el riesgo de fuga.
Por ese motivo, el equipo fiscal pidió que el joven sea internado en un dispositivo institucional cerrado bajo control de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf). La defensora pública de menores punibles coincidió con el planteo, señalando que ya no existen medidas alternativas viables para asegurar el cumplimiento. El juez de Garantías resolvió en línea con el pedido fiscal y ordenó la internación inmediata del adolescente.
Durante la audiencia, la defensa reiteró el pedido de reserva de identidad y datos personales de los menores involucrados, conforme a lo dispuesto por la Ley Nacional 26.061 y la normativa provincial vigente sobre protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes.
El crimen que sacudió a Roca
Tomás Julián Dobra de la Canal, de 32 años, fue reportado como desaparecido el 16 de abril. Dos semanas después, el 30 de abril, su cuerpo apareció en la barda norte, cerca de la defensa Catini. Tenía dos disparos en la cabeza: el primero no logró perforar el cráneo, pero el segundo fue mortal.
La investigación sostiene que Dobra permaneció en el baúl de su propio auto, luego de recibir dos disparos en la cabeza, agonizó más de un día. Una vez muerto permaneció en el baúl, mientras un grupo de pibes se movían hacia todos lados en el Suzuki Fun rojo de la víctima, hasta que fue arrojado en las bardas para intentar ocultar el crimen. Ocho días más tarde, la Policía desplegó un operativo masivo con 20 allanamientos simultáneos en los barrios Fiske Menuco, Barrio Nuevo, Quinta 25, Malvinas, el centro, varias tomas y el 36 Viviendas, donde dio con los menores y con tres mayores que integraban el grupo íntimo de consumo de la víctima.
Los imputados:
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Julio Salgado, Leandro Navarro y Walter Méndez, por homicidio simple doblemente agravado por el uso de arma y por la participación de menores, como partícipes secundarios. Y en septiembre se sumó Lucas “Chino” Torres,.
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Los adolescentes S.F.V. y J.M.A., por homicidio agravado por el uso de arma, también como partícipes secundarios.
El caso Dobra continúa siendo una de las causas más impactantes del año en Roca, no solo por la brutalidad del crimen, sino también por la participación de menores en hechos de extrema violencia.
La pista que surgió en la cárcel Federal
En medio del círculo de silencio y terror que rodea el crimen de Julián Dobra, un dato surgido desde la Unidad 5 de Roca permitió a la fiscalía dar un paso crucial en la investigación. La pista provino desde el interior de la cárcel, y llevó a la Policía de Río Negro a realizar un allanamiento sorpresivo en el penal federal, en el interior de la celda de Cristian Ríos, un preso con antecedentes por narcotráfico, cuya familia sigue bajo la lupa judicial.
La fiscalía obtuvo información clave a través de una persona de identidad reservada. Según esa fuente, Ríos había recibido un mensaje inquietante de su hermano menor, Leandro Navarro, uno de los detenidos por el crimen de Julián. El contenido del mensaje sacudió el caso: una foto del cuerpo sin vida adentro del Suzuki Fun rojo que le pertenecía.
El informante, según trascendió, habría tomado conocimiento del mensaje durante una visita a un interno que comparte pabellón con Ríos. Lo notó nervioso, alterado, y luego supo por boca del propio detenido que había recibido una imagen comprometedora. Eso bastó para que la fiscalía secuestre dos teléfonos celulares.