En plena mañana, un hombre al mando de una Volkswagen Amarok fue detenido por la Policía de Río Negro tras comprobarse que manejaba con 1,69 gramos de alcohol en sangre. El hecho ocurrió poco después de las 9, en el sector de la rotonda de la ruta Provincial 65 y la calle Hipólito Yrigoyen, de Fernández Oro.
El aviso llegó desde la Comisaría 26°: un conductor zigzagueaba peligrosamente antes de la rotonda, y un movil salió a su encuentro lo interceptó y lo sometió al test de alcoholemia. El resultado fue escalofriante: 1,69 gramos de alcohol en sangre, un nivel que lo convertía en una bomba de tiempo al volante.
El móvil lo alcanzó sobre la ruta Provincial 65 y le hizo señas para que bajara a la banquina. Con el vehículo fuera de la vía, altamente transitada, se labró el acta de infracción, se retuvo la camioneta y se le quitó la licencia. Todo quedó a disposición de la autoridad competente.
Según los especialistas, tamaña graduación alcoholica provoca disminución de de reflejos y mínima capacidad de reacción. Un estado al borde de la pérdida de conciencia. El conductor tenía una licencia de conducir categoría “E”, que lo habilita para manejar, además de autos y camionetas, camiones con remolque, vehículos articulados y maquinaria especial no agrícola.
El recuerdo de una tragedia reciente
Este caso no puede analizarsede manera aislada. Es que aún está muy presente el recuerdo de la tragedia ocurrida el viernes pasado a muy pocos kilómetros, sobre la ruta Nacional 22. Un conductor borracho, a alta velocidad, provocó la muerte de cuatro integrantes de una familia de Catriel. La noticia aún estremece a la provincia y expone la brutal consecuencia de quienes deciden manejar alcoholizados.
Por eso, lo ocurrido en Fernández Oro no es un simple operativo vial: es un recordatorio de que cada conductor borracho es una amenaza real, capaz de repetir tragedias en cualquier momento.