La audiencia de formulación de cargos contra el único detenido por el crimen de Gerardo Romero, de 32 años, puso al descubierto la brutalidad y el frió cálculo del aseisno. El imputado, Emanuel Alexis Olivares, de profesión un chef, lo degolló y luego le asestó 24 puñaladas. Luego convivió durante cuatro días con el cadáver en su departamento del barrio San Martín, envuelto en una cortina de baño debajo de su cama, con la intención de desmembrarlo para deshacerse de él sin dejar rastros.
La historia de terror comenzó con un encuentro pactado por una transacción de drogas. Romero, que se dedicaba a la venta de cocaína, se contactó con Olivares a través de Telegram para venderle cinco gramos. La noche del jueves 7 de agosto, la víctima fue hasta la casa del chef en su bicicleta, tras recibir un mensaje del asesino que le indicaba que el portón estaría abierto. Sin embargo, lo que parecía una venta rutinaria se convirtió en una trampa mortal.
Romero nunca más regresó a su casa. Su pareja, Geraldine Núñez, denunció su desaparición. Y luego brindó algunas puntas para direccionar la investigación. Olivares intentó desviar las miradas. Envió un mensaje a las 22:58 del jueves, con un simple "¿Venís?". Los investigadores interpretaron que con esa pregunta, el chef buscaba una coartada, para dar a entender que Romero nunca había llegado a su casa. Los detalles de la autopsia revelaron que la muerte ocurrió poco antes de ese mensaje, lo que desmontó rápidamente su plan. La fiscalía confirmó que el homicidio se habría cometido pasadas las 22:30.
La declaración espontánea de Olivares ante la Brigada de Investigaciones, donde aseguró que Romero había estado en su casa pero que se había ido, fue la pieza clave que permitió a la fiscalía obtener la orden de allanamiento. La intención inicial era buscar la bicicleta de Romero para rastrear su paradero, pero la realidad fue mucho más cruda. El olor nauseabundo que emanaba del departamento del chef fue la primera señal de un desenlace fatal.
El juicio: ¿Ensañamiento o simple homicidio?
Al entrar al departamento, el horror se hizo palpable. El cuerpo de Romero estaba bajo la cama, envuelto en una cortina de baño. A pesar del avanzado estado de descomposición, un tatuaje permitió a los familiares reconocer a la víctima. Las pericias revelaron que el asesinato se había producido en el living-comedor del departamento, donde el resultado del Luminol dio positivo. El cuerpo no presentaba signos de defensa, lo que sugiere que Romero fue inhabilitado por un golpe previo en la cabeza antes de ser brutalmente asesinado.
Durante la audiencia, el abogado defensor de Olivares, Camilo Curi Antún, pidió la nulidad del proceso, alegando que su cliente fue obligado a autoincriminarse. También se opuso a la calificación de homicidio agravado por ensañamiento, minimizando las 24 puñaladas. Sin embargo, el juez de Garantías Adrián Dvorzak desestimó las objeciones, mantuvo la imputación de ensañamiento y dictaminó prisión preventiva de cuatro meses para el chef.