El viaje que cambió de rumbo
Robert Enmanuel Larez Serrano, de 30 años, había dejado su residencia en Chile para cruzar a Villa La Angostura. La idea era clara: comprar productos en la Argentina para venderlos en su país y, a la vez, traer mercadería chilena para revender del otro lado de la cordillera. Un intercambio que parecía rutinario y que, según contó su familia, también formaba parte de un cambio de vida que él mismo estaba buscando.
En el camino, viajó acompañado de un amigo. Sin embargo, pronto se separaron: mientras su compañero siguió con sus vacaciones, Robert decidió quedarse unos días más en la localidad neuquina. Allí aseguró haber vendido toda la mercadería y mencionó que viajaría a Osorno para abastecerse nuevamente.
Ese plan parecía en marcha, pero los pasos siguientes empezarían a sumar piezas a un rompecabezas difícil de armar.
Una oferta inesperada y un auto en venta
El último contacto que tuvo con su padre fue el 5 de julio. En esa charla, Robert comentó que estaba en territorio argentino, pero que pronto cruzaría a Concepción para buscar pertenencias que había dejado en casa de un amigo. Según este testimonio, permaneció allí tres días y antes de irse le contó que le habían ofrecido un trabajo en la construcción en la Argentina.
El 20 de julio, un día después de cumplir años, llamó a su abuela materna para pedirle que completara el traspaso de un vehículo que había vendido en Santiago. El objetivo: recibir el dinero de esa operación. Fue la última vez que alguien de la familia escuchó su voz.
Desde ese momento, dos líneas telefónicas chilenas que había usado dejaron de responder llamadas y mensajes. Tampoco volvió a aparecer en redes sociales, lo que aumentó la preocupación.
Sin señales, solo preguntas
La familia presentó una denuncia por presunta desaparición en Santiago de Chile y el caso fue incorporado a las bases de alerta. Esto significa que cualquier registro de su presencia en un hospital, un control policial o una dependencia pública podría activar una notificación.
Su padre asegura que resulta inusual que no haya intentado comunicarse por otros medios, incluso perdiendo su teléfono. Robert solía compartir fotos de paisajes y viajes, algo que dejó de hacer de forma abrupta.
La última certeza que tienen es que estuvo en Concepción el 9 de julio. Desde entonces, las piezas de esta historia se dispersan, y ninguna encaja del todo para explicar qué pasó después.