La historia empezó con una beba de días. Los padres, atravesados por la adicción y sin recursos, no pudieron hacerse cargo. Fue entonces cuando una familiar cercana la sostuvo en brazos y nunca más la soltó. Pasaron once años de crianza: alimentación, escuela, médicos, cumpleaños y contención emocional. En todo ese tiempo, nadie llamó, nadie escribió, nadie volvió.
El fallo llegó ahora, tras un proceso judicial que se extendió durante años. La jueza de Familia de Cipolletti resolvió quitarle la responsabilidad parental a los progenitores y entregarle la tutela legal a la mujer, que en los hechos ya cumplía ese rol desde el inicio. “El abandono quedó acreditado”, sentenció.
El expediente revela que la madre desapareció por completo y que el padre apenas aparecía de vez en cuando, sin asumir ninguna función. En junio de 2024, incluso, firmó un papel delegando el cuidado total de su hija. Durante el juicio, fue notificado pero nunca se presentó. La mujer, en cambio, estuvo desde siempre: fue quien inició la acción judicial y quien sostuvo la vida cotidiana de la niña.
En agosto de este año, la menor fue escuchada en audiencia. Su palabra coincidió con lo relatado por su abuela: quería seguir viviendo en la misma casa, con quien la cría desde que tiene memoria. La jueza remarcó que la responsabilidad parental no es un derecho de los padres, sino un deber que exige protección y cuidado. Al no cumplirlo, la consecuencia fue inevitable.
La sentencia no solo otorgó la tutela legal, sino que también ordenó inscribir la decisión en la partida de nacimiento. La mujer, que ya ejercía de madre, ahora tiene también el reconocimiento formal de la Justicia. Y la niña, finalmente, la certeza de que su lugar en el mundo es ese hogar que la abrazó desde el primer día.