El misterio y la violencia volvieron a mezclarse en Costa Sur. Bruno “Potrillo” Antical, un pibe de 16 años marcado por la calle y los conflictos, fue hallado muerto en la madrugada del sábado. La autopsia no dejó dudas: lo mataron de un solo golpe, brutal y preciso, que le destrozó el cráneo y le provocó una hemorragia interna fulminante.
Ese golpe pudo haber sido con un palo, un fierro o una piedra. Lo cierto es que no tenía heridas de defensa: no peleó, no alcanzó ni a cubrirse. Lo sorprendieron y lo derribaron en seco.
Para su familia, la noticia fue un mazazo. Hacía una semana que no aparecía por la casa de sus padres, que creían que estaba en lo de su abuela. Pero en el barrio ya lo habían visto merodeando de nuevo, como tantas otras veces. La versión más fuerte es que lo pescaron robando otra vez, y que la paciencia se agotó.
No era la primera vez que el “Potrillo” quedaba en el ojo de la tormenta. Tiempo atrás, en un hecho tan cruel como increíble, lo habían atado con alambre y arrojado al río Neuquén. Aquella vez sobrevivió de milagro. Esta vez no tuvo la misma suerte.
Los investigadores saben que la ventana de la agresión fue corta: entre las 3.30, cuando vecinos lo vieron caminar, y las 5.30, cuando otro grupo lo encontró ya muerto en plena calle. En esas dos horas fatales, alguien decidió sacarlo del juego para siempre.
El sábado se realizaron allanamientos en Costa Sur y se secuestraron objetos que podrían ser el arma del crimen. Dos personas fueron demoradas para identificación, aunque todavía no está claro si están vinculadas al ataque.
Bruno “Potrillo” Antical vivió rápido y murió joven, con una vida cruzada por el delito, los castigos y la violencia. El final fue tan brutal como anunciado: un solo golpe, directo a la cabeza, que lo dejó sin chances.