En un cielo limpio, de esos que parecen infinitos, dos enormes alas negras volvieron a surcar la costa rionegrina. Kamin y Kuraq, dos cóndores juveniles criados en el marco del Programa de Conservación del Cóndor Andino, fueron liberados este fin de semana en Sierra Pailemán, la base operativa que desde hace más de veinte años trabaja para que esta especie vuelva a reinar en los cielos de la Patagonia.
Los ejemplares, de poco más de un año y medio, llegaron a Río Negro en agosto desde el Ecoparque Interactivo de Buenos Aires, donde nacieron y fueron criados bajo un estricto protocolo que evita el contacto humano. Tras semanas de adaptación y observación en la base patagónica, finalmente desplegaron sus alas ante la mirada emocionada de técnicos, científicos y vecinos que participaron del operativo.
Sierra Pailemán no es un lugar más: allí comenzó en 2003 el sueño de repoblar la Patagonia con cóndores, una especie que había desaparecido del litoral atlántico durante más de un siglo. Desde entonces, más de 70 aves fueron liberadas gracias al esfuerzo conjunto de la Fundación Bioandina Argentina, el Ecoparque de Buenos Aires y la provincia de Río Negro, entre otras instituciones.
Desde la Subsecretaría de Fauna Silvestre de Río Negro celebraron la nueva liberación y reafirmaron el compromiso provincial con la protección de la fauna. “Cada cóndor que vuelve a volar es una muestra del poder de la cooperación, la ciencia y la conciencia ambiental”, señalaron, destacando la importancia de sostener políticas públicas que combatan amenazas como los cebos tóxicos, los basurales a cielo abierto y el plomo de la caza.
El cóndor andino es mucho más que un ave: es un símbolo de libertad y equilibrio. Puede alcanzar los 10.000 metros de altura, recorrer kilómetros sin mover las alas y vivir hasta 70 años. En su especie, los machos se distinguen por una prominente cresta y ojos color café, mientras que las hembras lucen iris rojizos. No construyen nidos: eligen cuevas o riscos para incubar un único huevo cada dos o tres años, lo que hace aún más valioso cada nacimiento.
La liberación de Kamin y Kuraq es una buena noticia en tiempos donde la naturaleza pide auxilio. Río Negro volvió a demostrar que la conservación no es una foto, sino un camino sostenido que combina ciencia, compromiso y amor por la tierra. Y mientras los dos cóndores se alejan hacia el horizonte, queda la certeza de que en algún lugar del cielo patagónico, el vuelo libre todavía es posible.