Un docente riojano quedó en el ojo de la tormenta en Catriel. Había llegado a la localidad rionegrina en busca de trabajo y tomó horas en la ESRN N°78, pero en 2024 presentó un certificado psiquiátrico y pidió una licencia por un año. Lo insólito es que mientras estaba de baja en Río Negro, volvió a su provincia natal y comenzó a dar clases en una secundaria de Catuna, a casi 200 kilómetros de la capital riojana.
El profesor, identificado como D.O., incluso se inscribió en AFIP (hoy ARCA) como monotributista y empezó a facturar por sus servicios. El dato llegó a las autoridades educativas catrielenses a través de una denuncia, y tras reunir pruebas se abrió un sumario que terminó con una sanción ejemplar: cesantía por un año sin goce de haberes.
En los pasillos escolares hablan de un verdadero “ardid”, una maniobra que, según cuentan, no es nueva en el ámbito docente. De hecho, en Catriel ya hubo otro caso similar: una profesora que presentaba certificados psicológicos para ausentarse en la escuela pública, pero daba clases en un instituto privado de General Alvear, Mendoza. También fue sancionada.
La resolución dejó en claro que las licencias médicas deben ser respetadas y que cualquier irregularidad será castigada. En Catriel, la historia del docente riojano corre de boca en boca como ejemplo de cómo los “vivos” del sistema tarde o temprano terminan descubiertos.