La historia arranca una noche cualquiera, cuando un tanque de 50 mil litros reventó en la planta de Celulosa Alto Valle S.A.I.C., una firma dedicada al procesamiento industrial. Lo que contenía no era agua ni jugo, era un químico altamente reactivo, que terminó volando por el aire y cayó en el lugar menos indicado.
A metros de ahí funciona desde hace años Sanovo Greenpack, una fábrica que se dedica a producir envases ecológicos con papel reciclado. Lo que pasó después fue tan rápido como trágico, el químico reaccionó con los materiales que tenían almacenados, papel, cartón y otros productos inflamables, y el fuego no tardó en hacer su trabajo. Hubo llamas, pérdidas millonarias, trabajadores y bomberos lesionados, y varios días sin actividad.
El caso llegó a la Justicia civil y los jueces no tuvieron dudas: hubo responsabilidad por parte de la empresa que almacenaba el químico. No lo dicen en potencial, lo afirman. El fallo habla de falta de medidas de seguridad en el tanque, riesgo de operación, y una sustancia que funcionó como si le hubieran tirado nafta al fuego.
Durante el juicio, Celulosa intentó desligarse. Dijo que la culpa fue de su vecina, que ya había tenido otros incendios, y que no cuidaba bien sus materiales. Pero los informes técnicos, las pericias y los bomberos tiraron abajo esa versión. La Justicia no le creyó.
Por eso, el fallo ordenó que indemnicen a Sanovo por las pérdidas: más de 570 toneladas de materia prima quemada, gastos por escombros, maquinaria y herramientas destruidas. Una condena que podría escalar si la apelación no prospera. Por ahora, la sentencia no está firme.