Roca volvió a encender la alarma sanitaria en las últimas semanas se confirmaron seis casos de coqueluche, la temida tos convulsa, en niños menores de cinco años, y uno de ellos terminó internado con oxígeno. La situación, que no se veía desde hacía años, está directamente relacionada con la caída en los niveles de vacunación infantil.
Para entender el trasfondo, profesionales del área de Pediatría explicaron que todos los casos fueron detectados en muy pequeños, un grupo que siempre genera mayor preocupación. Sin embargo, lo que encendió las alarmas fue que una de las nenas internadas no tenía aplicada ninguna vacuna, y su familia tampoco. Era una niña de cuatro o cinco años, una edad inusual para este tipo de enfermedad que, históricamente, se concentra en bebés de pocos meses.
Esta enfermedad suele aparecer en menores de seis meses, una etapa en la que todavía no cuentan con el esquema completo. Las tres primeras dosis se aplican a los dos, cuatro y seis meses, y recién allí el niño queda con una protección importante. Por eso, los casos más graves siempre se veían en los más chiquitos.
Sin embargo, años atrás ese patrón empezó a cambiar. En 2012 se incorporó la vacuna Triple A Celular para embarazadas, una medida que, según los especialistas, frenó las epidemias en lactantes muy pequeños gracias a los anticuerpos que pasan de la madre al bebé durante el embarazo. Desde entonces, Río Negro prácticamente no registraba brotes: el último había sido entre 2009 y 2010, en plena crisis de gripe A, y desde 2019 solo se habían registrado dos casos aislados.
Aun así, el panorama nacional encendió otra luz roja. Mientras los casos aumentan en distintas provincias, la jefa de Pediatría advirtió que las coberturas de vacunación están por debajo del 70% en todas las edades, un dato que preocupa porque nunca antes se habían visto valores tan bajos. Y lo más grave: los refuerzos tampoco se están completando.
Los médicos recuerdan que la vacuna contra la tos convulsa está incluida en la triple y la quíntuple, que se aplican en los primeros meses de vida. Luego llegan los refuerzos: a los 15 meses, a los 5 años, a los 11 años y también durante el embarazo.
Mientras tanto, los síntomas en los más chicos pueden confundirse con una bronquiolitis: fiebre baja, catarro, dificultad respiratoria y accesos de tos que no los dejan comer ni dormir, y que muchas veces requieren oxígeno e internación. En los más grandes, aparece una tos incontrolable que se prolonga durante días, sin respuesta a ningún tratamiento común. Incluso puede derivar en complicaciones severas, como una neumonía. En este contexto, los profesionales fueron claros: la vacuna es la única barrera real para evitar que la enfermedad vuelva a instalarse con fuerza.