En cada etapa del crecimiento, surgen inquietudes en las familias sobre la salud y el bienestar de sus hijos e hijas. Una de las más frecuentes tiene que ver con el deporte: ¿es necesario consultar a un médico deportólogo pediátrico? ¿Cuándo hacerlo? ¿Qué señales tener en cuenta?
El doctor Santiago Kweitel, médico especialista en deportología pediátrica, lo resume con claridad: “La deportología pediátrica tiene tres mandamientos: asegurar el normal crecimiento, maduración y desarrollo de los chicos; minimizar las lesiones por sobreuso; y evitar definitivamente el burnout o síndrome del quemado”.
La clave, dice, está en anticiparse a los problemas, y no solo reaccionar cuando aparece una lesión o una fatiga física o emocional. “Desde la ciencia, lo que tratamos es de darle un marco referencial, para que todos sepamos y conozcamos cuáles son las características estructurales, funcionales, cognitivas y emocionales de cada uno de los chicos y chicas que practican deporte”, explica.
Y agrega un elemento central: el juego como eje. “Todo esto se hace siempre con una base lúdica. El objetivo es garantizar el disfrute. Porque si no hay juego, no hay ni infancia ni salud”.
En tiempos donde la competencia aparece cada vez más temprano, y donde muchas veces los adultos proyectan expectativas sobre sus hijos e hijas deportistas, la mirada médica cobra otro valor. No solo se trata de músculos y huesos: también se cuida la mente y las emociones.
¿Cuándo consultar?
Si bien no hay una edad única para acercarse a un médico deportólogo, sí hay algunas situaciones clave que pueden actuar como señales de alerta:
- Cuando un chico entrena con mucha frecuencia o forma parte de una competencia exigente.
- Si hay lesiones repetidas (aunque sean leves).
- Si el niño o niña expresa cansancio excesivo, irritabilidad o pérdida de entusiasmo por el deporte.
- Cuando existen dudas sobre su desarrollo físico en relación a la práctica deportiva.