Valentino Simoni no es un desconocido para el fútbol del Comahue rionegrino y neuquino, junto a su hermano mellizo Tiago hicieron suficiente ruido jugando en la delantera de la 10ª de Cipolletti en 2017, cuando Boca posó los ojos sobre ellos y los fichó para su cantera que entre semana sumó un nuevo campeonato de Rerserva al ganarle la final a Gimnasia por penales, tras un apasionante 2 a 2 en cancha de Banfield.
Los dos eran un tándem imparable en la ofensiva albinegra por ambición y una potencia física propia que rápidamente llamaba la atención en una de las tantas pruebas que los clubes porteños llevan a cabo por la región, en este caso fue en la ciudad neuquina de Plaza Huincul.
La adaptación de ambos al mundo de Casa Amarilla (no existía todavía el predio de Ezeiza) fue paulatina. El primer año aceptaron el convite de viajar cada 15 días para entrenar con su división, pero fue recién en 2018 que se instalaron gracias al apoyo y las posibilidades de sus padres Soledad Carrera y Patricio.
En Cipolletti quedó la hermana menor al cuidado de ambos cuando los “mellis” recién entrababan a los 14 años. Titulares desde el arranque, a Tiago comenzó a dificultarse seguir en la zona de definición y en una gira por Asia, un ex entrenador de formativas le propuso ensañarle el oficio de 4. El cipoleño que ya no está en Boca (cedido a Alvarado de Mar del Plata) aceptó y el convite de Luis Luquez fue un acierto porque la convocatoria a la Selección Sub 15, en manos de Diego Placente, no se hizo desear.
Valentino comenzó a alternar, siempre de 9 y superando los cortes anuales que los clubes gigantes como Boca suelen tener en todas sus categorías. Hasta que en 2022 llegó la mala: una rotura de ligamentos cruzados de la rodilla que lo marginó casi un año, a la temporada siguiente de haber sido campeón de Reserva por primera vez, a los 18 años de edad.
Ese título del 2021 fue el primer año en que coincidió con la conducción de Mariano Herrón, que siempre lo tuvo muy bien considerado. En medio de su interinato en primera división, lo convocó hasta el banco de suplentes, acción que se repitió hace algunas semanas, ya con Claudio Úbeda como DT en el cruce ante Tigre.
Contrato profesional
Valentino Simoni es profesionalmente jugador de Boca desde hace pocas semanas. Sus padres viajaron especialmente a Buenos Aires para ese acto trascendental que ahora se convierte en clave mirando hacia futuro.
Un gol en la final ante Gimnasia, el del empate transitorio en 1 del miércoles por la noche, lo ratificaron como el goleador anual del escalón previo a la primera división. Con 21 años cumplidos en abril, lo que se viene será determinante para él.
Boca no sólo tendrá un 2026 de Liga Profesional y Copa Argentina, también disputará la fase de grupos de la Copa Libertadores de América e integrar esa nómina es un objetivo palpable para el rionegrino que aún no empieza las vacaciones.
Simoni permanecerá en el predio de Ezeiza entrenando bajo las órdenes de Úbeda. Boca juega el domingo con Racing la semifinal y lucha por un espacio en el banco de suplentes. Si el equipo gana, vendrá la final ante Estudiantes o Gimnasia por lo que el descanso programado todavía deberá esperar.
De pocas palabras, el miércoles tras su segunda consagración en Reserva, habló ante la prensa y además de dedicarle al título a su hermano (es parte de toda esta camada Xeneize), reconoció momentos durísimos: “Abandonar y volverme a Cipolletti se me cruzó un millón de veces por la cabeza. Mi familia siempre me estuvo apoyando. Estar tanto tiempo lesionado fue durísimo”.