La medida, impulsada por la dirigencia encabezada por Néstor Grindetti, apunta a fortalecer las debilitadas arcas del club, aunque el costo simbólico de vestir la camiseta de Independiente con una marca menor ya genera controversia entre los hinchas.
El acuerdo prevé que 2025 sea un año de transición operativa, mientras que en 2026 Atomik vestirá a todas las categorías del club, desde el plantel profesional hasta las divisiones formativas.
La ruptura con Puma y la apuesta por Atomik es una consecuencia del presente institucional de Independiente: un club que busca sostenerse económicamente, aunque a costa de un cambio que divide aguas entre sus dirigentes y su gente.
Por otro lado, Puma publicó un comunicado oficial en el que expresa su voluntad de continuar y que cumplió con todos los pasos para renovar el vínculo. Incluso agradecieron especialmente a los hinchas y socios que adoptaron al felino como un rasgo identitario en los últimos años, señalando que seguirán apostando por el fútbol argentino.
Sin embargo, la propuesta de Atomik, que incluye un monto superior al propuesto por la marca alemana y un anticipo más elevado al momento de la firma, inclinó la balanza en favor de la empresa nacional. “Es razonable privilegiar el saneamiento económico. Si Atomik paga más, hay que ir por ahí”, deslizaron desde el oficialismo.
El trasfondo del conflicto no se limita a lo económico. Dirigentes cercanos al presidente apuntaron contra Martín Muscio y Esteban Sáenz Rico, acusados de haber cobrado pagos indebidos de Puma. Aunque por ahora no hubo acusaciones formales.
Mientras tanto, para los hinchas, la noticia cayó dividida: una parte valora el ingreso de dinero como prioridad en medio de la crisis, pero otra resiente el cambio, interpretando la salida de una marca global como una pérdida de prestigio