El histórico éxito de La Voz Argentina parece atravesar su momento más difícil. El reality de talentos que supo liderar cómodamente el prime time de Telefe hoy no consigue repetir la fórmula ganadora de ediciones anteriores. Los números ya no acompañan como antes y, frente a la caída en el rating, en el canal de las pelotas se encendieron las alarmas.
La conducción de Nico Occhiato, la dinámica del programa y hasta los hábitos de consumo televisivo son algunas de las variables que se ponen en debate. ¿El formato se desgastó? ¿El público migró hacia plataformas como YouTube o Twitch? ¿O es una cuestión de conducción y química con el jurado? Estas preguntas surgen cada noche al ver cómo la audiencia ya no responde del mismo modo.
Frente a este panorama, Telefe no se quedó de brazos cruzados. La estrategia elegida apunta a reforzar la conexión con los televidentes mostrando el costado menos visto del programa. Desde el 1 de septiembre, la transmisión incluye no solo la competencia de canto, sino también escenas de backstage, bloopers y momentos íntimos entre el jurado y el conductor.
Con esta apuesta, la señal busca capitalizar la popularidad de Lali Espósito, sus chispazos con Luck Ra y la complicidad de Soledad Pastorutti, Juliana Gattas y Ale Sergi. También se incorporan interacciones espontáneas y fragmentos inéditos que antes quedaban fuera de la edición oficial, con la intención de ofrecer un producto más fresco y cercano.
Sin embargo, la figura de Nico Occhiato sigue en el centro de la tormenta. Su elección como conductor nunca terminó de convencer a una parte del público, que lo compara constantemente con Marley, histórico anfitrión del ciclo. Los errores al aire y los momentos forzados que intentan provocar risas se transformaron en uno de los principales puntos de crítica.
En las últimas emisiones, un nuevo traspié en la presentación de un participante terminó de desatar la bronca de muchos usuarios en redes sociales. Lo que antes podía generar ternura o simpatía, hoy se percibe como actuado y sin gracia. En Twitter, los mensajes fueron lapidarios y coincidieron en señalar la falta de naturalidad del conductor.
Comentarios como “Marley te extrañamos”, “no es espontáneo” o “se nota que está guionado” reflejan el descontento de una parte importante de la audiencia. Para algunos, la conducción se volvió un obstáculo en lugar de un valor agregado, y eso afecta directamente la experiencia del programa.
El desafío ahora es grande: Telefe necesita recuperar terreno y volver a encender la pasión de los televidentes. El agregado de contenido extra y la explotación del detrás de escena son solo el primer paso. El tiempo dirá si esta estrategia alcanza para salvar a un formato que supo ser imbatible y hoy enfrenta su mayor crisis.