En el corazón de la Feria Internacional del Libro de Neuquén, el stand 62 tiene un nombre que emociona a generaciones de lectores: Libracos. La librería fundada hace más de 50 años es parte inseparable de la historia cultural de la ciudad y hoy sigue en pie gracias a la pasión de sus dueños, Néstor y Santiago Rivas, y al apoyo incondicional de la comunidad.
“Ya somos parte del inventario de Neuquén”, bromea Néstor Rivas, con el orgullo de quien remó desde los inicios, en una ciudad que todavía era pequeña. “Cuando trascendés, es porque algo hiciste bien, y eso es un orgullo enorme”, agrega en la entrevista realizada en el estudio de Prima Multimedios en la Feria del Libro.
La historia de Libracos nació de la mano de amigas de la familia, Marta de Cea y Marta Echeverría, pero tras el golpe de Estado de 1976 tuvieron que dejar el negocio. “Nos ofrecieron la librería, y aunque al principio había miedos, finalmente nos animamos. Desde entonces seguimos y seguimos, y alrededor de los libros también crecieron nuestros hijos”, recordó Néstor.
Santiago, hijo de Néstor, prácticamente nació entre estanterías: “A los días de vida ya me llevaron a la librería. El mostrador que antes era un lugar de juegos se transformó en mi espacio de trabajo. Para mí siempre estuvo ahí, nunca me resultó extraño integrarme”.
Con más de cinco décadas de trayectoria, los Rivas fueron también impulsores de las primeras ferias del libro en Neuquén, cuando las organizaban los propios libreros. “Era un esfuerzo enorme, pero muy lindo. Trajimos autores, cursos para docentes y hasta vivimos la visita inolvidable de Quino, que firmó ejemplares hasta que se fue el último lector”, evocó Néstor.
Hoy, la tradición se renueva con nuevos géneros y un fuerte interés por la literatura infantil. “Nos entusiasma la cantidad de libros para chicos que se venden, no solo por la escuela, sino por madres y padres que buscan sacarlos un poco de la pantalla. El libro les ofrece concentración, recreación y aprendizaje”, destacó Santiago.
En la feria, la relación con el público toma otro matiz: “Viene gente que quizás no pisa una librería en todo el año, pero que aquí se entusiasma con la lectura. Lo importante es mantener el espíritu lector, ya sea en papel o en pantalla, porque eso es lo que fortalece a una comunidad”, remarcaron.
La librería también vivió momentos críticos, como durante la pandemia, cuando estuvo a punto de cerrar. “Fue muy emotivo. Cuando se supo, la gente salió a la calle a apoyarnos. Ese día entendimos que Libracos no era solo nuestra, sino de toda la comunidad”, confesó Néstor con emoción.
Hoy, los Rivas siguen escribiendo la historia de Libracos con la misma convicción: “El libro, como decía Umberto Eco, es como la cuchara: jamás va a dejar de usarse. La gente sigue leyendo, le gusta tocar el papel. Y nosotros estamos acá, para acompañar a cada lector en ese viaje”.